Sin duda, Cuitláhuac García deja muchos pendientes que serán una gran carga para la nueva administración. No puede quedarse la pasada administración sin la revisión correspondiente a los pasivos y activos en todas las áreas sin la transparencia debida, es decir, en un evidente subejercicio presupuestal.
Rocío Nahle dará un valioso primer paso para recuperar el estado que hemos ido perdiendo apuntando al corazón del problema, sin importar el color político que vistan los funcionarios públicos.
Barrer parejo y es necesario que esta acción encuentre el respaldo de la sociedad que quiere vivir en razonable paz, a fin de que no se quede en un intento. Si es el comienzo de una tarea pensada con el secretario de Gobierno y el subsecretario.
Ricardo Ahued Bardahuil y José Manuel Pozos Castro, en quienes recaerá una enorme responsabilidad política y administrativa de la entidad veracruzana. Políticos profesionales que han demostrado ser valiosos y honestos en todas las responsabilidades que han tenido dentro del escenario estatal y nacional, reaccionan con inteligencia, tino y rapidez; capaces sensibles y respetuosos.
La mejor estrategia de Rocío Nahle no es "jalar la cobija" sino hacerla crecer.
Ricardo Ahued lanza su espada en prenda, como Guadalupe Victoria, y va por ella. Todo lo que digan los medios se tiene que respetar, coincidamos o no, pero ayuda mucho, debemos dejarles toda la libertad.
Los reflectores ya solo enfocan a la ingeniera Norma Rocío Nahle, porque Veracruz y los veracruzanos lo necesitamos, porque requerimos de un buen gobierno y de funcionarios responsables que no miren tanto por sus intereses. Desde hace meses, Nahle ha ido trabajando de la mano con su gabinete, puso en marcha su página oficial informando lo que realizaba, algo así como gobernadora en entrenamiento.
Por eso pienso que vendrán algunas correcciones con el tiempo, y espero que no lleguen demasiado tarde.
Escucho cada vez más decir que hay que pensar en el largo plazo, como una especie de consuelo por lo que vemos que está ocurriendo en el presente. Solo espero que no crucemos tantas rayas que nos impidan en adelante corregir.
En otro orden de ideas, la llegada de Donald Trump al gobierno de Estados Unidos, pero no sólo eso, ha puesto en la mira el tratado trilateral de libre comercio entre Canadá, EU y México. Otra parte de la pinza son los acomodos que busca hacer el gobierno canadiense para tratar de entenderse con el nuevo gobierno en Washington. La tercera, la contradicción entre las necesidades reales del gobierno mexicano y las necesidades del presidente saliente.
El hecho evidente es que las propuestas de Trump en comercio, migración y seguridad tienen la capacidad de desestabilizar tanto el T-MEC como el futuro económico en México. Una economía sin crecimiento, con escasez de remesas y dificultades crecientes para atraer inversión productiva es un cóctel muy nocivo en materia política. De ahí la importancia de que México vuelva a enfocarse en las relaciones con sus principales socios comerciales del mundo.
La gran pregunta es si la política arancelaria con la que amenaza Trump se concentrará en los productos chinos o si se castigará directamente a las exportaciones mexicanas. La retórica Trumpista dice que lo segundo, pero un gramo de pragmatismo del otro lado de la frontera nos haría esperar lo primero. El problema es que el nuevo gobierno de Estados Unidos tiene una fuerte carga ideológica. Y ya sabemos que la ideología no es amiga de la racionalidad. Lo cierto es que el T-MEC estará bajo asedio los próximos meses.