/ martes 17 de septiembre de 2024

Días negros para el país

Acabamos de pasar por uno de los días más negros para nuestro país, un día muy negro para nuestro Estado de derecho, y aún más negro para la justicia mexicana, y es que lo que todos vimos la semana pasada fue la antesala de la destrucción de nuestra nación.

Pudimos observar cómo los del oficialismo recurrieron a las más viejas prácticas de extorsión, chantaje, intimidación, y a los métodos más desleales e inaceptables para destruir la democracia y dejar con su voto un país completamente destruido.

Y antes que cantara el gallo, se aprobó la reforma que transgrede directamente contra la independencia del poder judicial, y no bastaron ni cuatro días y el dictamen fue votado por los plenos de 24 Congresos locales, y solo 23 aprobaron dicha reforma.

Porque para Morena y aliados es más un honor estar de lado de un presidente que de un país, es más importante no fallarle a un hombre que a 130 millones de mexicanos que creen en la justicia y la libertad.

Morena y sus cómplices saben que esa reforma vengativa no acabará con la corrupción ni mucho menos mejorará el sistema judicial, y claramente no será más eficiente, porque obedece más a una venganza que a mejorar uno de los últimos poderes que defendía a los ciudadanos.

Pero dicen los dichos populares que cuanto más oscurece es porque pronto amanecerá, y el día de la máxima traición en el Senado mexicano, los jóvenes estudiantes se convirtieron en ese rayo de luz, y fuimos testigos del valor y el coraje de ellos, que se levantaron para defender lo que quedaba de la democracia de nuestro país y se convirtieron en la esperanza de una nación.

Y sí, vendrán malos días en México, pero no todo está perdido; en efecto perdimos mucho, y con ello vendrá más represión, más acoso, porque cuando se tiene todo el poder solo se busca promover el temor y el miedo; ese es el panorama ideal de los dictadores, pero no les daremos el gusto.

Con estas acciones le dieron más poder al poder, y los mexicanos quedaron en el desamparo; se perdió en las tinieblas el Estado de Derecho; de los tres poderes que había, ya no nos queda ni uno, pero eso no indica que sea completamente la muerte de la República a 200 años de su instalación.

No olvidaremos la traición de los 86 senadores que dejaron en agonía a un país con más de 200 años de historia, democracia, patria y libertad, pero eso no es el fin de la democracia en México, porque seguiremos luchando y seremos la resistencia de esta nación.

Lo que no dejó de sorprender fue la manera de cómo todo el régimen y sus cómplices pudieron celebrar a la patria cuando ya la habían traicionado, dejando un golpe casi letal a la división de poderes, a la autonomía e independencia judicial, para dejarlas en manos de un tirano.

Acabamos de pasar por uno de los días más negros para nuestro país, un día muy negro para nuestro Estado de derecho, y aún más negro para la justicia mexicana, y es que lo que todos vimos la semana pasada fue la antesala de la destrucción de nuestra nación.

Pudimos observar cómo los del oficialismo recurrieron a las más viejas prácticas de extorsión, chantaje, intimidación, y a los métodos más desleales e inaceptables para destruir la democracia y dejar con su voto un país completamente destruido.

Y antes que cantara el gallo, se aprobó la reforma que transgrede directamente contra la independencia del poder judicial, y no bastaron ni cuatro días y el dictamen fue votado por los plenos de 24 Congresos locales, y solo 23 aprobaron dicha reforma.

Porque para Morena y aliados es más un honor estar de lado de un presidente que de un país, es más importante no fallarle a un hombre que a 130 millones de mexicanos que creen en la justicia y la libertad.

Morena y sus cómplices saben que esa reforma vengativa no acabará con la corrupción ni mucho menos mejorará el sistema judicial, y claramente no será más eficiente, porque obedece más a una venganza que a mejorar uno de los últimos poderes que defendía a los ciudadanos.

Pero dicen los dichos populares que cuanto más oscurece es porque pronto amanecerá, y el día de la máxima traición en el Senado mexicano, los jóvenes estudiantes se convirtieron en ese rayo de luz, y fuimos testigos del valor y el coraje de ellos, que se levantaron para defender lo que quedaba de la democracia de nuestro país y se convirtieron en la esperanza de una nación.

Y sí, vendrán malos días en México, pero no todo está perdido; en efecto perdimos mucho, y con ello vendrá más represión, más acoso, porque cuando se tiene todo el poder solo se busca promover el temor y el miedo; ese es el panorama ideal de los dictadores, pero no les daremos el gusto.

Con estas acciones le dieron más poder al poder, y los mexicanos quedaron en el desamparo; se perdió en las tinieblas el Estado de Derecho; de los tres poderes que había, ya no nos queda ni uno, pero eso no indica que sea completamente la muerte de la República a 200 años de su instalación.

No olvidaremos la traición de los 86 senadores que dejaron en agonía a un país con más de 200 años de historia, democracia, patria y libertad, pero eso no es el fin de la democracia en México, porque seguiremos luchando y seremos la resistencia de esta nación.

Lo que no dejó de sorprender fue la manera de cómo todo el régimen y sus cómplices pudieron celebrar a la patria cuando ya la habían traicionado, dejando un golpe casi letal a la división de poderes, a la autonomía e independencia judicial, para dejarlas en manos de un tirano.