El 12 de agosto pasado se cumplieron veinte años de la publicación del primer artículo de opinión, o nota editorial, que quizá debí comentar en el escrito 1,038 de la semana pasada en el que hablé sobre la gran inventiva manifestada en la diversidad de actividades creadas por el hombre para obtener ingresos o para disfrutar momentos culturales o de recreación.
Aquel primer artículo se tituló “Los padres y las cuotas escolares” publicado en un momento álgido en que, bajo la supuesta interpretación de los entramados jurídicos, la Secretaría de Educación y el Órgano Interno de Control recorrían las escuelas pegando leyendas como «Las cuotas son voluntarias» y otras sentencias similares que, lógicamente, eran bien recibidas por ese característico sesgo evasivo de la responsabilidad de que hace gala un amplio sector de la ciudadanía mexicana.
Siendo en ese entonces Coordinador de la Dirección General de Educación Secundaria y apoyo jurídico para las cuatro subdirecciones de escuelas secundarias, el artículo causó cierto revuelo interno pues al parecer contradecía, por sus fundamentos, la campaña emprendida por las autoridades educativas.
El día de la publicación me hablaron de la Dirección Jurídica a través del abogado encargado de los Derechos Humanos quien cuestionó mi razón para publicar tal artículo. Afortunadamente el señor Secretario y el Contralor Interno lo vieron como una opinión que se emitía desde la propia dependencia, en aras de la pluralidad y la libertad de expresión.
Sin embargo, a fin de semana fui citado en la Oficialía Mayor con la presencia del Contralor Interno y su equipo de trabajo. No hubo más que una serie de consideraciones y reflexiones sobre el hecho de las cuotas escolares, algunas experiencias del mal uso del recurso y la impunidad que gozaban los padres de familia. También se analizó una interpretación pertinente de las palabras «Cuotas voluntarias».
Esta breve experiencia me mostró la responsabilidad de escribir para un público. Por eso en septiembre (en agosto ya no publiqué) comencé a escribir sobre aquello en lo que creo y que por lo general son cosas sencillas que, en la vorágine y el transitar por la vida cotidiana, olvidamos tener en cuenta. Y por mi profesión docente, abordé muchos temas que consideré de interés general.
Sobre la participación de los padres como apoyo a las escuelas, surge un tema en los últimos seis años. En el ciclo escolar 1984-1985, después de la publicación en el DOF del Reglamento de las Asociaciones de Padres de Familia el 2 de abril de 1980, se analizó en toda la entidad veracruzana la pertinencia de no crear dos asociaciones de padres en las modalidades de secundarias generales y técnicas.
En este sexenio se realizó una reinterpretación del Reglamento de las Asociaciones de Padres de Familia ignorando los estudios realizados en 1984-1985 que se hicieron sobre la práctica, tratando de darle un sentido al sesgo final anunciado en el artículo 10, a la luz del último precepto señalado en el artículo 9º del propio Reglamento.
Debido a la diversidad de escuelas y condiciones administrativas y laborales, se necesitaba una disquisición más amplia y una interpretación teleológica para definir el fin o propósito que persigue la norma y poder contextualizar el precepto a la condición de un tipo de escuela con un mismo edificio, una misma clave administrativa, personal compartido y un mismo director. El análisis citado fue avalado en su momento por la Secretaría de Educación de Veracruz.
gnietoa@hotmail.com