/ domingo 4 de agosto de 2024

El valor de la vida del hombre

El hombre está llamado a una plenitud de vida que va más allá de las dimensiones de su existencia terrenal, ya que lo sublime de este llamado manifiesta la grandeza y el valor de la vida humana en el aspecto temporal. En efecto, en su proceso, la vida alcanza su plena realización y su plenitud en la eternidad; esta se nos ha confiado para que la cuidemos con sentido de responsabilidad y la llevemos a una perfección en el amor.

El valor de la vida humana, desde su inicio hasta su término, afirma el derecho de cada ser humano a ser respetado totalmente, reconociendo este derecho en la convivencia, así como en la vida política comunitaria. Por ello me siento responsable de comentarles a todos los hombres de este tiempo y de otros sobre este criterio esperanzador: el valor del amor de Dios al hombre, mediante el cual se resalta la dignidad de la persona humana.

Existen amenazas a la vida humana y a su dignidad que repercuten en mi corazón, por ello me comprometo a anunciar el valor de la vida de las personas y de los pueblos, a denunciarlos numerosos delitos y atentados contra la vida, las violencias, guerras y nuevas ideologías que atacan frontalmente a la vida humana, así como todo lo que se opone a la vida, los homicidios, los genocidios, es decir, todo aquello que violenta la integridad de las personas, como la carencia de la justicia social, la trata de personas con diferentes fines, las condiciones ignominiosas de los trabajos forzados y de jornadas largas, además de otros semejantes que son contrarios al honor del Creador.

Por desgracia, es alarmante el panorama que en vez de disminuir se va agravando, pues con las nuevas perspectivas de la ciencia y la tecnología han surgido nuevas formas de agresión. Al hombre le cuesta cada vez más percibir la distinción entre el bien y el mal en lo referente al valor de la vida humana, incluso se ha llegado a valorar más a un animal que a laspersonas.

Los celos y la ira que prevalecen en el mundo revelan cómo el hombre se convirtió en el enemigo de su semejante; en cada homicidio se viola el derecho a la vida, es la raíz de la violencia y el ejemplo de cómo el mal avanza con rapidez. También es una lucha mortal entreel hombre contra el hombre. Nos hemos olvidado de que en la sangre se encuentra la vida y la vida le pertenece a Dios, por eso quien atenta contra el hombre atenta también contra Dios.

Ante las innumerables y graves amenazas contra la vida en el mundo contemporáneo podríamos sentirnos abrumados por una sensación de impotencia, pero recuerda que “el bien tiene la fuerza suficiente para vencer al mal”, el bien es Cristo, es una realidad concreta y personal, palabra de vida que comunica la vida divina y eterna; en efecto, la vida divina y eterna representan el fin.

En conclusión, puedo decir que la vida es un bien, es única, diversa, tiene una gran dignidady un valor incalculable; por ningún motivo el hombre puede ser sometido a sus iguales y reducido al rango de un objeto. La filosofía de la calidad total reconoce el valor del hombre por encima de las cosas y, en específico, para el Creador “es semejanza nuestra”.

El hombre está llamado a una plenitud de vida que va más allá de las dimensiones de su existencia terrenal, ya que lo sublime de este llamado manifiesta la grandeza y el valor de la vida humana en el aspecto temporal. En efecto, en su proceso, la vida alcanza su plena realización y su plenitud en la eternidad; esta se nos ha confiado para que la cuidemos con sentido de responsabilidad y la llevemos a una perfección en el amor.

El valor de la vida humana, desde su inicio hasta su término, afirma el derecho de cada ser humano a ser respetado totalmente, reconociendo este derecho en la convivencia, así como en la vida política comunitaria. Por ello me siento responsable de comentarles a todos los hombres de este tiempo y de otros sobre este criterio esperanzador: el valor del amor de Dios al hombre, mediante el cual se resalta la dignidad de la persona humana.

Existen amenazas a la vida humana y a su dignidad que repercuten en mi corazón, por ello me comprometo a anunciar el valor de la vida de las personas y de los pueblos, a denunciarlos numerosos delitos y atentados contra la vida, las violencias, guerras y nuevas ideologías que atacan frontalmente a la vida humana, así como todo lo que se opone a la vida, los homicidios, los genocidios, es decir, todo aquello que violenta la integridad de las personas, como la carencia de la justicia social, la trata de personas con diferentes fines, las condiciones ignominiosas de los trabajos forzados y de jornadas largas, además de otros semejantes que son contrarios al honor del Creador.

Por desgracia, es alarmante el panorama que en vez de disminuir se va agravando, pues con las nuevas perspectivas de la ciencia y la tecnología han surgido nuevas formas de agresión. Al hombre le cuesta cada vez más percibir la distinción entre el bien y el mal en lo referente al valor de la vida humana, incluso se ha llegado a valorar más a un animal que a laspersonas.

Los celos y la ira que prevalecen en el mundo revelan cómo el hombre se convirtió en el enemigo de su semejante; en cada homicidio se viola el derecho a la vida, es la raíz de la violencia y el ejemplo de cómo el mal avanza con rapidez. También es una lucha mortal entreel hombre contra el hombre. Nos hemos olvidado de que en la sangre se encuentra la vida y la vida le pertenece a Dios, por eso quien atenta contra el hombre atenta también contra Dios.

Ante las innumerables y graves amenazas contra la vida en el mundo contemporáneo podríamos sentirnos abrumados por una sensación de impotencia, pero recuerda que “el bien tiene la fuerza suficiente para vencer al mal”, el bien es Cristo, es una realidad concreta y personal, palabra de vida que comunica la vida divina y eterna; en efecto, la vida divina y eterna representan el fin.

En conclusión, puedo decir que la vida es un bien, es única, diversa, tiene una gran dignidady un valor incalculable; por ningún motivo el hombre puede ser sometido a sus iguales y reducido al rango de un objeto. La filosofía de la calidad total reconoce el valor del hombre por encima de las cosas y, en específico, para el Creador “es semejanza nuestra”.

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