Si es Héctor Yunes Landa o José Francisco Yunes Zorrilla, quien sea de ellos, el elegido como candidato del Frente Amplio por Veracruz (FAV) para el gobierno de Veracruz, la parte más importante será cuidar la unidad; y el nominado, producto de la consulta que ambos políticos acordaron realizar, sea el que resulte más competitivo, rentable, y genere entusiasmo y confianza en los ciudadanos decepcionados por los gobiernos de Morena, que van ‘in crescendo’.
Hay versiones falsas de que desde el centro, con desprecio a los ciudadanos ya se habría tomado una decisión autoritaria, de imposición. Nada más alejado de la realidad. En política, la circunstancia pesa más que otros factores, y en los tiempos actuales, frente a un partido oficialista que buscará de ganar las elecciones de 2024 al costo que sea, con uso faccioso de instituciones, una burocracia a la que mantiene amenazada, chantaje a beneficiarios de programas sociales, recursos ilimitados y hasta pactos con grupos que se han beneficiado de la inacción del gobierno, sería un suicidio cometer errores por su impacto no solamente en Veracruz, el cuarto estado más importante por su padrón de votantes, sino a las aspiraciones presidenciales de Xóchitl Gálvez.
Debe esperarse, en consecuencia, un proceso transparente, sin lugar a dudas, que satisfaga a los aspirantes, y sobre todo a la sociedad que estará atenta al resultado. Superada esa etapa, partidos y candidato deberán trabajar en fortalecer la unidad, la que ambos políticos acordaron, que se busca minar desde el gobierno, desde otros partidos y hasta con otros actores que negocian posiciones políticas, para dividir el voto que favorezca al partido gobernante.
Héctor y Pepe, quien resulte de ellos candidato, no tendrán días de campo en la dura batalla electoral que se avecina. De hecho, el abanderado del FAV deberá mostrar un firme carácter para enfrentar a la oficialista Rocío Nahle García, que aún con todos sus negativos por su origen zacatecano, el sospechoso sobre-costo de la refinería de Dos Bocas que solamente ella manejó y ha resultado un fracaso, o su desinterés por Veracruz por su negativa a beneficiar con la reducción de tarifas eléctricas que tanto le solicitaron los veracruzanos, tendrá a su disposición todo lo que necesite para cooptar a quien se le oponga, de cualquier segmento, con el fin de lograr su objetivo, y solamente la sociedad, motivada por el mejor candidato opositor, haría la diferencia. No es difícil lograrlo.
Si bien el presidente Andrés Manuel López Obrador conserva la aceptación de una buena porción de la sociedad, su gobierno ha cometido agravios que las víctimas no le van a perdonar, entre ellos las mujeres trabajadoras que dejaron de temer guarderías para sus hijos y las que los han perdido por falta de medicamentos contra el cáncer, los familiares de los fallecidos por la violencia y el Covid-19, médicos, ingenieros, periodistas, empresarios, universitarios, y, aún mayor enojo, por la alta corrupción que permea en todos los niveles de la administración pública, y en la entidad, un gobierno indolente, ineficiente, insensible, que no cumplió con la expectativas de los votantes. Todo es cuestión de que haya un buen candidato y que la sociedad confíe en él.
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