/ miércoles 2 de octubre de 2024

Embriagado por los baches

Hace un par de semanas viajé a Tampico. De ida, por necesidades familiares, recorrí la ruta de Tantoyuca, Tempoal y Pánuco y de regreso tomé la costosa pista por Ozuluama y Naranjos. Sólo puedo decir, respecto a las carreteras, «¡Qué barbaridad!»; porque no es correcto que lo diga como realmente lo pienso. Saliendo de la pista de Tuxpan, se toma la libre para Naranjos y Potrero del Llano, para iniciar el mareo de los hoyos.

De Potrero del Llano a Tantoyuca, luego rumbo a Platón Sánchez, por Acececa o Tempoal, parece la superficie de la luna. Pero el colmo de lo terrible fue recorrer el camino hacia Tampico, especialmente en el tramo de la “Y griega” de El Higo a Pánuco, donde la carretera sencillamente está espantosa.

Tanto descuido por parte del gobierno parece inconcebible. Recuerdo que se ha dicho desde hace varias décadas que Veracruz termina en Tuxpan. Es una verdad de hecho. La Huasteca es tierra de nadie, tierra olvidada, tierra invisible. Gobernantes van y vienen, y la Huasteca sigue igual, sólo impulsada por el trabajo diario de los huastecos bajo condiciones sociales, económicas y geográficas bastante difíciles.

El 15 de febrero de 2005 publiqué en este espacio un artículo titulado “La Huasteca, región olvidada” y observo con tristeza que la situación no ha cambiado. De esas notas tomo algunos comentarios.

En estas tierras alegres siempre se habló con orgullo de Tempoal y Platón Sánchez como emporios ganaderos. De El Higo y Pánuco como zonas cañeras. De Tantoyuca como zona de concentración comercial y agrícola. De Álamo como región citrícola. De Cerro Azul y Naranjos como ciudades petroleras. De Tamiahua como zona pesquera con una gran biodiversidad y de Tuxpan como puerto de altura. También han sido famosos los quesos de Ozuluama, el tabaco de Álamo y Platón Sánchez, las hermosas tradiciones de Chicontepec, la carne salada de Chalma, el Zacahuil de Tepetzintla, los Cantores del Pánuco, los huapangos y sones huastecos, y tantas cosas más que han sido su orgullo y su razón de ser.

Las carreteras federales siempre han sido un problema. Ese tramo entre Ciudad Cuauhtémoc y Naranjos se hizo famoso por los baches donde se perdía lo que alguna vez fue asfalto. Hoy está la supercarretera que, para variar, tiene algunos baches también, como testimonio de lo que es el norte carretero veracruzano: una verdadera calamidad para los lugareños y para los visitantes. El verdor de sus llanuras, interrumpido por lomeríos y sierras de poca altitud, los ríos, arroyos, esteros y lagunas, dan su testimonio. Y en medio de todo esto, la pobreza, mucha pobreza.

Las regiones de la Huasteca y de Chicontepec necesitan la creación de fuentes de trabajo a través de empresas y apoyos al campo, de establecer acuerdos de vinculación, de crear y mejorar las vías terrestres para trasladar sus productos, de cuidar sus afluentes fluviales, de mejorar todos los niveles educativos, de impulsar una región tan abandonada y caída en la pasiva rutina pueblerina.

En la región de Huayacocotla, los aserraderos están acabando con la riqueza de los bosques, porque parece que los controles no funcionan eficientemente, por lo que es urgente instaurar nuevos planes y estrategias contra la tala inmoderada, para una mejor y adecuada explotación de esos recursos naturales. Los pescadores de la Laguna de Tamiahua van en sus pangas o lanchas a pescar en pequeñas cantidades sólo para irla pasando, porque no se abren oportunidades que permitan pensar en grande. Esa zona se ha visto afectada con alteraciones ambientales desde hace más de 60 años, que han modificado su entorno hasta un punto crítico que coloca a la laguna y su manglar en alto riesgo de colapso y extinción.

gnietoa@hotmail.com

Hace un par de semanas viajé a Tampico. De ida, por necesidades familiares, recorrí la ruta de Tantoyuca, Tempoal y Pánuco y de regreso tomé la costosa pista por Ozuluama y Naranjos. Sólo puedo decir, respecto a las carreteras, «¡Qué barbaridad!»; porque no es correcto que lo diga como realmente lo pienso. Saliendo de la pista de Tuxpan, se toma la libre para Naranjos y Potrero del Llano, para iniciar el mareo de los hoyos.

De Potrero del Llano a Tantoyuca, luego rumbo a Platón Sánchez, por Acececa o Tempoal, parece la superficie de la luna. Pero el colmo de lo terrible fue recorrer el camino hacia Tampico, especialmente en el tramo de la “Y griega” de El Higo a Pánuco, donde la carretera sencillamente está espantosa.

Tanto descuido por parte del gobierno parece inconcebible. Recuerdo que se ha dicho desde hace varias décadas que Veracruz termina en Tuxpan. Es una verdad de hecho. La Huasteca es tierra de nadie, tierra olvidada, tierra invisible. Gobernantes van y vienen, y la Huasteca sigue igual, sólo impulsada por el trabajo diario de los huastecos bajo condiciones sociales, económicas y geográficas bastante difíciles.

El 15 de febrero de 2005 publiqué en este espacio un artículo titulado “La Huasteca, región olvidada” y observo con tristeza que la situación no ha cambiado. De esas notas tomo algunos comentarios.

En estas tierras alegres siempre se habló con orgullo de Tempoal y Platón Sánchez como emporios ganaderos. De El Higo y Pánuco como zonas cañeras. De Tantoyuca como zona de concentración comercial y agrícola. De Álamo como región citrícola. De Cerro Azul y Naranjos como ciudades petroleras. De Tamiahua como zona pesquera con una gran biodiversidad y de Tuxpan como puerto de altura. También han sido famosos los quesos de Ozuluama, el tabaco de Álamo y Platón Sánchez, las hermosas tradiciones de Chicontepec, la carne salada de Chalma, el Zacahuil de Tepetzintla, los Cantores del Pánuco, los huapangos y sones huastecos, y tantas cosas más que han sido su orgullo y su razón de ser.

Las carreteras federales siempre han sido un problema. Ese tramo entre Ciudad Cuauhtémoc y Naranjos se hizo famoso por los baches donde se perdía lo que alguna vez fue asfalto. Hoy está la supercarretera que, para variar, tiene algunos baches también, como testimonio de lo que es el norte carretero veracruzano: una verdadera calamidad para los lugareños y para los visitantes. El verdor de sus llanuras, interrumpido por lomeríos y sierras de poca altitud, los ríos, arroyos, esteros y lagunas, dan su testimonio. Y en medio de todo esto, la pobreza, mucha pobreza.

Las regiones de la Huasteca y de Chicontepec necesitan la creación de fuentes de trabajo a través de empresas y apoyos al campo, de establecer acuerdos de vinculación, de crear y mejorar las vías terrestres para trasladar sus productos, de cuidar sus afluentes fluviales, de mejorar todos los niveles educativos, de impulsar una región tan abandonada y caída en la pasiva rutina pueblerina.

En la región de Huayacocotla, los aserraderos están acabando con la riqueza de los bosques, porque parece que los controles no funcionan eficientemente, por lo que es urgente instaurar nuevos planes y estrategias contra la tala inmoderada, para una mejor y adecuada explotación de esos recursos naturales. Los pescadores de la Laguna de Tamiahua van en sus pangas o lanchas a pescar en pequeñas cantidades sólo para irla pasando, porque no se abren oportunidades que permitan pensar en grande. Esa zona se ha visto afectada con alteraciones ambientales desde hace más de 60 años, que han modificado su entorno hasta un punto crítico que coloca a la laguna y su manglar en alto riesgo de colapso y extinción.

gnietoa@hotmail.com