México atraviesa un proceso mediante el cual el régimen existente propicia cambios, esto conlleva a reemplazar los valores, las normas y las reglas del juego; es una fase de transición del país hacia una “democracia moderna”.
El endurecimiento de los acontecimientos en el Senado se sitúa en un amplio contexto que ha impactado a todo el país; ahora que fue aprobada la reforma judicial se requiere de un análisis profundo, a fin de puntualizar las responsabilidades específicas en cada caso, en lo inmediato y en un plazo determinado. La controvertida ley plantea la elección por voto popular en la línea de jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte, así como la reducción de los ministros y la creación de un Órgano de Administración Judicial y un Tribunal de Disciplina; será una elección de forma escalonada.
Para hacer frente al gran desafío que representa la reforma judicial, propondría a las partes involucradas ensanchar sus conciencias a la medida de esta nueva responsabilidad urgente y compleja para movilizar todas sus capacidades de acción, con el propósito de encontrar lo mejor de la reforma. Las fuerzas políticas del país han demostrado un régimen autoritario de gobierno y construyen los pilares de una “moderna democracia”; se trata de una “historia presente”, una democracia indirecta o representativa, en la cual, por mayoría, el Ejecutivo toma las decisiones y se aplican a todo. Hay que construir una democracia directa y participativa con la que la ciudadanía tenga la autoridad. ¿No ha llegado acaso el momento de suscitar una vasta participación social en beneficio del país? Sin la pretensión de establecer una relación con lo que se hizo después de la Segunda Guerra Mundial para acelerar la reconstrucción y una nueva participación social, ¿no se debería comenzar a insistir y reanimar la esperanza del pueblo para que participe activamente y de forma inteligente? Me parece indispensable para emprender antes de que sea demasiado tarde.
La preocupación debe ser social y estar orientada al desarrollo auténtico del hombre y de la sociedad, con el fin de respetar y promover en toda su dimensión a los humanos, ayudados por la razón y las ciencias como constructores responsables de una nueva sociedad. Creo conveniente ponernos en marcha con directrices de acción y, sobre todo, en una unión vital por México. Somos un flujo de todos los acontecimientos de la vida ordinaria del hombre y las sociedades, en otras palabras, este es un llamado a conservar una participación con conciencia y siempre con una óptica de desarrollo del país. He asumido prolongar el eco, uniéndome al momento histórico y a la vez dramático que estamos viviendo.
El tiempo lo sabe bien, sin embargo, debemos ser más conscientes de la realidad, en razón a los últimos acontecimientos. Hemos sufrido notables cambios, por ello, presenta y exige de ti una actitud totalmente nueva. La realidad actual es un indicativo para despertar la conciencia y la necesidad de una concepción más rica y participativa de la vida social. Por consiguiente, puedes empezar comprometiéndote contigo mismo y dar el paso de hacerlo por los demás, “los gozos, las tristezas y las angustias de los hombres las vivimos todos”, pero en diferentes contextos. No hay nada verdaderamente humano que la vida, y si nos unimos cientos y millones seremos fuertes, ¡solo Dios salva!