/ lunes 18 de octubre de 2021

Fuego amigo, que no cunda el pánico

El destape anticipado por la sucesión presidencial, que relevará a Andrés Manuel López Obrador, abanderados por el partido Morena y cuyo objetivo central será ocupar el sillón principal de Palacio Nacional, que hoy detenta AMLO, ha desatado la ambición de quienes fueron mencionados en una sexteta de servidores públicos del gobierno de la 4T, porque han comenzado a utilizar la calumnia, la difamación y la crítica (fundada o infundada) del trabajo realizado por sus contendientes.

Uno de los que ha manifestado su inconformidad por no aparecer en la mencionada lista es el líder del Senado, Ricardo Monreal Ávila, quien ha asegurado a medios de comunicación que ocupará un lugar en la lista de los contendientes de Morena en la selección de su candidato presidencial. Monreal Ávila es un político de carrera, que comenzó como regidor, luego fue alcalde, diputado local y federal, gobernador de su estado natal, Zacatecas; jefe delegacional en el DF y actualmente senador y coordinador de la bancada de Morena, por lo que nadie puede negarle la legítima aspiración para alcanzar la silla principal de Palacio Nacional. Los políticos de carrera y quienes aspiran al igual que Monreal, a suceder al tlatoani, ven con toda claridad las preferencias del fiel de la balanza para sacar adelante la candidatura de la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, actual Jefa de Gobierno de la CDMX y ex de muchos cargos obtenidos por la confianza y cercanía que desde hace más de 20 años cultiva con el presidente Andrés Manuel López Obrador.

También dentro de los seis mencionados por quien abrió la lucha por la sucesión, el licenciado Marcelo Ebrard Casaubón, actual canciller, sostiene vínculos muy estrechos de amistad y participación política con el presidente López Obrador, quien de llegar a ser presidente de México garantizaría una transición tersa y favorable para las relaciones con Estados Unidos.

Solo que el árbitro del partido debe cuidar que no se salgan de control los jugadores, ya que los golpes entre Sheinbaum y Ebrard están a la orden del día. Para muestra basta la utilización del accidente de la Línea 12 del Metro capitalino como arma política por Claudia Sheinbaum a quien se acusa de perseguir a los amigos y aliados del canciller, como consta ahora al constructor Enrique Horcasitas, exdirector del proyecto “Metro”, ahora imputado por la fiscal Ernestina Godoy por el delito de homicidio culposo, en agravio de las 26 víctimas que fallecieron aquel fatídico 3 de mayo pasado.

La guerra política no escapa del viejo dicho popular que consigna: “En la guerra y en el amor, todo se vale”.