/ sábado 17 de junio de 2023

Inclusión, equidad  y calidad educativa en México

La UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) llamó a lograr un nuevo contrato social en la educación y transformar la realidad en que vivimos. “La idea tiene que ver con cómo se comprometen todos los miembros de la sociedad para este beneficio en común que es el derecho a la educación: cómo redefinimos la relación entre nosotros, cómo desarrollamos nuevas pedagogías que sean más solidarias y puedan atender a la diversidad y al pluralismo, ha señalado Rosa Wolpert de UNESCO México.

Uno de los obstáculos más complejos del sector educativo son las brechas o fisuras sociales y regionales. El acceso y ejercicio del derecho a la educación es menor para los grupos vulnerables marginados, especialmente en las distintas regiones rurales. Esta problemática no es propia de México, hemos visto que esta realidad es común en muchos países, sobre todo en el continente americano; la desigualdad y la equidad, a la que se suma la calidad que debe atender el sistema educativo, sin que hasta el momento existan reformas significativas- no solo en el discurso- que brinden un cambio.

“Uno de los factores que enfrenta el ámbito educativo es la diversidad de alumnado que atiende, por lo que es conveniente aprovechar la riqueza que se tiene ante esas diferencias para convertirlas en fortalezas y para que cada centro educativo lo aborde de una manera que repercuta favorablemente en el proceso educativo, así como también en los integrantes de las familias y por consecuencia en la sociedad en general” Un sistema educativo justo e incluyente constituye una de las palancas más eficaces para la transformación de la sociedad. Como señala Solari, para que la educación de calidad pueda tener el efecto de producir menor desigualdad, ella misma debe ser lo más igualmente distribuida posible. Cuando eso no ocurre, la desigualdad educativa limita la posibilidad de que niñas, niños y jóvenes en desventaja puedan salir de esa situación. Sin duda, los estudiantes al sentirse valorados sin importar la diversidad que se presente, se desenvolverá de una forma positiva, con una mejor autoestima y con la visión de apoyar a sus pares, expone Verónica Cervantes López en la Revista UNAM, MX.

Aunque en 2017 la SEP consideró que al “Implementar estrategias de equidad e inclusión en el sistema educativo implica responder y enfrentar, desde los procesos formativos actuales, a las desigualdades que se gestaron en el pasado, incluso desde el propio sistema educativo, y que han impedido y limitado el crecimiento integral y la movilidad social de millones de personas en México. Indica un proceso de transformación en el que las escuelas se desarrollan y adaptan a la diversidad de los alumnos. La diversidad y las diferencias nos enriquecen y nos hacen partícipes de una sociedad que aspira cada día a ser más justa e incluyente.

Para que en México se desarrolle favorablemente la inclusión escolar y se acepte la diversidad en la educación, es imprescindible tener en cuenta entre otros intereses la importancia del compromiso docente, así como de un liderazgo efectivo, para poder llevar a cabo la concientización sobre el gran trabajo que se puede realizar en conjunto con un fin común, que es el de mejorar la calidad educativa para que los alumnos sin importar su contexto social, económico, cultural, adquieran y desarrollen habilidades para un aprendizaje que le sirva para toda la vida.

Si hablamos de equidad es deber del Estado ofrecer una buena educación a todos los niños y jóvenes. Pero los esfuerzos de los gobiernos, el federal, los estatales y los municipales, no son suficientes. Por ello sostenemos dicen Humberto Muñoz García y Roberto Rodríguez Gómez que el compromiso histórico de educar para este siglo corresponde a todos los sectores sociales, incluidos el privado y el social, bajo las directrices de las políticas públicas en la materia. Hablar de equidad e inclusión es referirnos a un método que invita a la reflexión permanente sobre cómo transformar y mejorar los sistemas educativos, con el propósito de que respondan y atiendan la riqueza personal, social y cultural de los estudiantes.

En el país y en cada uno de los estados que lo forman habrá de realizarse un esfuerzo mayúsculo para elevar la cobertura no solo en educación básica, de tal suerte que todos los jóvenes que terminen secundaria puedan hacer estudios de bachillerato. Para que esta meta sea posible es indispensable establecer cuando menos dos condiciones básicas: en primer lugar, una oferta pública suficiente y adecuadamente distribuida en todo el territorio nacional. Al respecto se debe procurar que en la gran mayoría de las localidades del país existan opciones de enseñanza media superior de carácter escolarizado, enfocando la modalidad a distancia no como un sustituto de la opción presencial, sino como una alternativa para aquellos estudiantes que no están en condiciones de cumplir con la asistencia escolar requerida. En segundo lugar, apoyos económicos para la población estudiantil de bachillerato de menos recursos. Además de la actualización docente, las reformas al currículo y acotarlo a los contenidos fundamentales y al desarrollo de habilidades y capacidades, de poner en práctica lo aprendido, priorizar los conocimientos habrán de hacerse reformas a las leyes de educación nacionales y estatales, que fortalezcan el federalismo, la descentralización y la desconcentración de todo el sistema educativo. La descentralización y la participación social deben estar asociadas a la reducción de las distancias educativas entre las entidades federativas. Hacia el primer cuarto de siglo la educación deberá tener un financiamiento suficiente, oportuno.

Los investigadores Humberto Muñoz García y Roberto Rodríguez Gómez, autores de “La educación y el futuro de México” sostienen que es necesario: el incremento de la cobertura de los sectores sociales de más bajos ingresos en todos los niveles escolares, y el desarrollo de Educar para reducir la desigualdad social. Se trata de una línea de política asociada a varias acciones: el mejoramiento de la infraestructura y el equipamiento escolar en las zonas del país más atrasadas, las condiciones óptimas de enseñanza y aprendizaje en las escuelas y reconocer el trabajo docente de calidad y proveer los apoyos e incentivos que garanticen el acceso y la permanencia en las aulas de todos los niños y jóvenes. Que las autoridades acepten realmente el cambio que se requiere, para el bienestar de todos los inmiscuidos en el ámbito educativo, pero principalmente el de los educandos de este país.


La UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) llamó a lograr un nuevo contrato social en la educación y transformar la realidad en que vivimos. “La idea tiene que ver con cómo se comprometen todos los miembros de la sociedad para este beneficio en común que es el derecho a la educación: cómo redefinimos la relación entre nosotros, cómo desarrollamos nuevas pedagogías que sean más solidarias y puedan atender a la diversidad y al pluralismo, ha señalado Rosa Wolpert de UNESCO México.

Uno de los obstáculos más complejos del sector educativo son las brechas o fisuras sociales y regionales. El acceso y ejercicio del derecho a la educación es menor para los grupos vulnerables marginados, especialmente en las distintas regiones rurales. Esta problemática no es propia de México, hemos visto que esta realidad es común en muchos países, sobre todo en el continente americano; la desigualdad y la equidad, a la que se suma la calidad que debe atender el sistema educativo, sin que hasta el momento existan reformas significativas- no solo en el discurso- que brinden un cambio.

“Uno de los factores que enfrenta el ámbito educativo es la diversidad de alumnado que atiende, por lo que es conveniente aprovechar la riqueza que se tiene ante esas diferencias para convertirlas en fortalezas y para que cada centro educativo lo aborde de una manera que repercuta favorablemente en el proceso educativo, así como también en los integrantes de las familias y por consecuencia en la sociedad en general” Un sistema educativo justo e incluyente constituye una de las palancas más eficaces para la transformación de la sociedad. Como señala Solari, para que la educación de calidad pueda tener el efecto de producir menor desigualdad, ella misma debe ser lo más igualmente distribuida posible. Cuando eso no ocurre, la desigualdad educativa limita la posibilidad de que niñas, niños y jóvenes en desventaja puedan salir de esa situación. Sin duda, los estudiantes al sentirse valorados sin importar la diversidad que se presente, se desenvolverá de una forma positiva, con una mejor autoestima y con la visión de apoyar a sus pares, expone Verónica Cervantes López en la Revista UNAM, MX.

Aunque en 2017 la SEP consideró que al “Implementar estrategias de equidad e inclusión en el sistema educativo implica responder y enfrentar, desde los procesos formativos actuales, a las desigualdades que se gestaron en el pasado, incluso desde el propio sistema educativo, y que han impedido y limitado el crecimiento integral y la movilidad social de millones de personas en México. Indica un proceso de transformación en el que las escuelas se desarrollan y adaptan a la diversidad de los alumnos. La diversidad y las diferencias nos enriquecen y nos hacen partícipes de una sociedad que aspira cada día a ser más justa e incluyente.

Para que en México se desarrolle favorablemente la inclusión escolar y se acepte la diversidad en la educación, es imprescindible tener en cuenta entre otros intereses la importancia del compromiso docente, así como de un liderazgo efectivo, para poder llevar a cabo la concientización sobre el gran trabajo que se puede realizar en conjunto con un fin común, que es el de mejorar la calidad educativa para que los alumnos sin importar su contexto social, económico, cultural, adquieran y desarrollen habilidades para un aprendizaje que le sirva para toda la vida.

Si hablamos de equidad es deber del Estado ofrecer una buena educación a todos los niños y jóvenes. Pero los esfuerzos de los gobiernos, el federal, los estatales y los municipales, no son suficientes. Por ello sostenemos dicen Humberto Muñoz García y Roberto Rodríguez Gómez que el compromiso histórico de educar para este siglo corresponde a todos los sectores sociales, incluidos el privado y el social, bajo las directrices de las políticas públicas en la materia. Hablar de equidad e inclusión es referirnos a un método que invita a la reflexión permanente sobre cómo transformar y mejorar los sistemas educativos, con el propósito de que respondan y atiendan la riqueza personal, social y cultural de los estudiantes.

En el país y en cada uno de los estados que lo forman habrá de realizarse un esfuerzo mayúsculo para elevar la cobertura no solo en educación básica, de tal suerte que todos los jóvenes que terminen secundaria puedan hacer estudios de bachillerato. Para que esta meta sea posible es indispensable establecer cuando menos dos condiciones básicas: en primer lugar, una oferta pública suficiente y adecuadamente distribuida en todo el territorio nacional. Al respecto se debe procurar que en la gran mayoría de las localidades del país existan opciones de enseñanza media superior de carácter escolarizado, enfocando la modalidad a distancia no como un sustituto de la opción presencial, sino como una alternativa para aquellos estudiantes que no están en condiciones de cumplir con la asistencia escolar requerida. En segundo lugar, apoyos económicos para la población estudiantil de bachillerato de menos recursos. Además de la actualización docente, las reformas al currículo y acotarlo a los contenidos fundamentales y al desarrollo de habilidades y capacidades, de poner en práctica lo aprendido, priorizar los conocimientos habrán de hacerse reformas a las leyes de educación nacionales y estatales, que fortalezcan el federalismo, la descentralización y la desconcentración de todo el sistema educativo. La descentralización y la participación social deben estar asociadas a la reducción de las distancias educativas entre las entidades federativas. Hacia el primer cuarto de siglo la educación deberá tener un financiamiento suficiente, oportuno.

Los investigadores Humberto Muñoz García y Roberto Rodríguez Gómez, autores de “La educación y el futuro de México” sostienen que es necesario: el incremento de la cobertura de los sectores sociales de más bajos ingresos en todos los niveles escolares, y el desarrollo de Educar para reducir la desigualdad social. Se trata de una línea de política asociada a varias acciones: el mejoramiento de la infraestructura y el equipamiento escolar en las zonas del país más atrasadas, las condiciones óptimas de enseñanza y aprendizaje en las escuelas y reconocer el trabajo docente de calidad y proveer los apoyos e incentivos que garanticen el acceso y la permanencia en las aulas de todos los niños y jóvenes. Que las autoridades acepten realmente el cambio que se requiere, para el bienestar de todos los inmiscuidos en el ámbito educativo, pero principalmente el de los educandos de este país.