Desde tiempos inmemoriales los seres humanos han tratado de expresar sus sentimientos, actividades, la caza, el comercio, el amor, la guerra, y las más diversas latencias de sus sentimientos.
Así el amor, el rechazo, la aprobación, el miedo, el valor, los ídolos, los primeros dioses, han ejercido en todo nuestro temperamento e ideología una especie de manto sagrado e inexpugnable. Amar es sufrir y llorar, ya que nos resistimos a perder aquello que en verdad queremos, un grado superlativo es el amar, ya que amar es entregar el todo por el todo, no sólo por otras personas, también por algunas causas, ideas, objetivos, luchas entre contrarios, objetivos por alcanzar, de tal forma e inevitablemente llegamos a la lucha de clases, a los torbellinos políticos, a entregar el alma por nuestra patria que es México.
En éste mes de la patria aún corresponderá al presidente Obrador el encabezar las festividades correspondientes en todo el país, y además nuestra gente radicada en el extranjero habrá de suspirar por el recuerdo del nido vacío.
Esa enormidad de aventura se le llama “vida”, y perdurará aún más allá del pesimismo que implica el olvido, y será necesario el afrontarla con diversos recursos humanos, filosóficos, espirituales, científicos, preparación no sólo académica, ya que el tener vida y especialmente una salud integral es un tesoro que no tiene precio. De niño veía las nubes, y les encontraba cara de conejo, veía caballos, payasos, duendes, patos, jirafas, unicornios, y de adultos nos olvidamos de la sutil ingenuidad de ser nosotros mismos sin sufrir por tantas cargas tan pesadas que nos impiden valorar los pequeños detalles de nuestras vidas o existencias.
“Vivir es un compromiso sin cadenas, donde luchamos por la libertad, la igualdad lo más posible, la justicia, y el mejor desempeño de nuestras vidas ante las adversidades inherentes a tal hecho, lleno de incidentes, lágrimas, y expansiones del espíritu en un sentido alegre y de desarrollo multidimensional y diversificado en nuestras evoluciones”. Por supuesto que hablo con cierto grado de idealismo, sin nuestros ideales no seríamos nada de nada, respeto y admiro a los visionarios más grandes de la historia: Jesucristo, Buda, Mahoma, los apóstoles que siguieron a Cristo, y varios seres trascendentes.
Sin embargo para ser trascendentes en nuestra gran aventura no se requiere ser un súper dotado, se necesita la originalidad de uno mismo, el encuentro con nuestro yo más profundo e interno, ello para establecer una fuerte conexión con nosotros mismos y nuestro entorno cercano, ya que nada se ha resuelto sin ideas convertidas en acciones, que nos darán por resultado los hechos consumados de un ser humano más eficiente, productivo, pensante, incluyente, plural, animado, y por consiguiente un alma y un espíritu que habrá de trascender en las escaleras del cosmos universal. Creemos en una vida espiritual, así como en la indestructibilidad de alma y espíritu, y por lo tanto nos toca trascender aquí y ahora; olvidando nuestra mediocridad siempre latente y frágil al ser seres humanos tanto con aciertos, como con errores, ésa y no otra es la gran aventura de luchar por la vida para trascender más allá de su tope o destino final.
Toda la filosofía ha intentado descifrar el porqué de la vida y sus cometidos, toda la religión existente ha creado un cuerpo doctrinario a seguir para lograr mejores individuos, pero en algunos casos lo que detiene su intencionalidad es también la corrupción, la segregación y el cerrado sectarismo de los seres considerados como inferiores o no aptos para recibir ciertos conocimientos para la vida en lo general.
Amar, es mi mayor propuesta para recorrer con el mayor de los éxitos el largo sendero de la vida, ya que el odio nos carcome y destruye, inutilizando nuestras capacidades de desarrollo pleno, justo, equitativo, generoso en la medida de nuestras posibilidades, y especialmente justiciero con los que menos poseen.