/ miércoles 6 de noviembre de 2024

La política debe gobernar a los acontecimientos

En política, la lealtad, la coherencia y la congruencia tienen un enorme componente ético en la relación que se establece entre ideas, principios y la acción política; la teoría y la praxis; el proyecto colectivo, el interés común y el ejercicio del poder.

Con cierta frecuencia encontramos confusiones en los conceptos y distorsiones en la práctica.

La lealtad implica un compromiso y fidelidad hacia una persona, causas o ideas. Tiene un componente emocional y una relación fuerte.

La coherencia se refiere a la conexión lógica entre ideas, acciones y partes de un sistema. Es más intelectual y racional que emocional. Implica la reducción al máximo de contradicciones internas. Evoluciona conforme la información nueva o la lógica lo requieren.

La congruencia es la alineación entre pensamientos, sentimientos y acciones. Implica lo que Hermann Hesse denominaba autenticidad o consistencia interna (diálogo de Demian con Sinclair). Se relaciona con la integridad personal.

La lealtad es interpersonal y grupal, la coherencia es conceptual, y la congruencia es intrapersonal.

Lo ideal en un político y esperamos que así sea en la siguiente administración con Norma Rocío Nahle García y Ricardo Ahued, sería lograr un balance; ser leal a principios y relaciones de equipo, mantener coherencia entre el pensamiento y las acciones y ser congruente con uno mismo.

Weber lo planteaba desde una perspectiva ética, en función de la relación entre convicción y responsabilidad que debería conciliar el político. La ética de la convicción se basa en principios y valores, mientras que la ética de la responsabilidad se enfoca en las consecuencias prácticas de las acciones.

Para Marx (no confundir con el joven Marx de los libros de texto ni con Groucho Marx) la teoría no puede desvincularse de la realidad material ni de la acción. El conocimiento, el pensamiento crítico, debe estar orientado a la transformación. La coherencia descansa en el vínculo indisoluble entre pensamiento y acción transformadora.

Fue Maquiavelo quien planteó la única circunstancia en la que el gobernante puede justificar un distanciamiento entre las ideas éticas y las decisiones políticas reales, cuando debe anteponer la estabilidad, fortaleza y supervivencia del principado a cualquier consideración moral que impida cumplir con su máxima responsabilidad.

Y Ahued asume un compromiso: "si no doy resultados, me retiro de inmediato, eso me queda muy claro; no es estar por estar, no es por buscar chamba o negocios turbios, no va conmigo, a mí no me motiva ni el salario ni el poder, no soy gente de atropellar, soy gente que tal vez nos dé Dios la certeza y la ecuanimidad de sí negociar dentro de la ley, todo, pero fuera de la ley conmigo no van a contar".

"Somos los últimos que podemos defraudar a Veracruz y debemos desprendernos de esa perversa ambición de poder, porque tradicionalmente durante muchos años, ha servido el poder nada más para apalancar fortunas perversas, poderes perversos, aniquilar gente, hacer a un lado a la gente”.

Ahued dijo que aprecia mucho que Rocío Nahle lo haya invitado a un área "que debe ocupar y preocupar, y lo estoy viendo con mucha seriedad".

Ve en su excompañera senadora talento, trabajo y determinación para hacer las cosas: que no es lenta.

Si la evidencia se opone a la narrativa, peor para la evidencia.

La violencia no solo no cesa, sino que se expande territorialmente y sube de tono en regiones pacíficas y hoy literalmente secuestradas presas de pánico que generan los enfrentamientos armados.