/ jueves 24 de octubre de 2024

La urgente necesidad de implementar la Agenda 2030 en Veracruz

La tormenta tropical “Nadine”, que azotó hace unos días las costas de Veracruz, dejó tras de sí rastros de destrucción y vulnerabilidad que no podemos seguir ignorando. Con inundaciones que afectarán no solo a la zona conurbada Veracruz-Boca del Río, sino también a cientos de comunidades, daños en infraestructuras vitales y pérdidas en sectores económicos clave como la agricultura y el turismo, este lamentable hecho debe movernos a todas y a todos a la acción.

Las imágenes de calles anegadas, viviendas destrozadas y millas de personas evacuadas parecen formar parte de un ciclo sin fin en el que la historia se repite con cada nueva temporada de huracanes, muestra clara de que el cambio climático nos tiene sitiados.

De todos es sabido que la geografía de Veracruz lo convierte en un territorio particularmente vulnerable. Su extensa costa, ríos caudalosos y zonas montañosas lo ubican en la ruta directa de tormentas y huracanes. Según datos del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), Veracruz ha sido uno de los estados más golpeados por estos fenómenos en los últimos años, lo que agrava aún más los retos sociales y económicos.

Aquí es donde la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU cobra relevancia. Este conjunto de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) ofrece un marco integral para abordar no solo los efectos del cambio climático, sino también sus causas. En el contexto de desastres naturales como “Nadine”, la implementación de los ODS en Veracruz se vuelve más necesaria que nunca.

Uno de los retos que se nos presentan es fortalecer nuestras capacidades de respuesta mediante proyectos de infraestructura verde, protección de ecosistemas y gestión del riesgo. Las inundaciones han revelado la fragilidad de muchas de las zonas urbanas y rurales de Veracruz, por eso es urgente desarrollar ciudades más resilientes que no solo protejan a sus habitantes, sino que también utilicen recursos de manera sostenible. Mejorar el ordenamiento territorial y los planos de construcción son clave para evitar catástrofes futuras y es uno de los retos para las autoridades municipales.

Pero las tormentas intensas como “Nadine” comprometen el acceso al agua potable y los sistemas de saneamiento, generando crisis sanitarias post-desastre. La implementación de soluciones que garantizan el acceso seguro al agua, incluso en situaciones de emergencia, es crucial para evitar problemas a largo plazo.

Y no perdamos de vista que las tormentas no afectan a todos por igual. Las comunidades más vulnerables, como aquellas en situación de pobreza o en áreas rurales, son las que sufren las peores consecuencias; la muestra es que en el sur hay más de 50 mil hectáreas de caña perdidas. La pobreza se agrava cuando los medios de vida —agricultura, pesca y pequeños comercios— son destruidos por las inclemencias del tiempo. Y es en estos sectores donde la implementación de la Agenda 2030 puede hacer una diferencia real.

Así, “Nadine” nos deja una lección clara: hoy más que nunca tenemos que trabajar en la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Solo así podremos enfrentar de manera efectiva los retos que el cambio climático nos plantea y construir un futuro más seguro, equitativo y sostenible para las generaciones venideras.

La tormenta “Nadine” fue devastadora, pero también puede ser el punto de inflexión que nos impulsa a cambiar el rumbo. No podemos esperar a que la próxima tormenta nos golpee para actuar. El momento de implementar la Agenda 2030 es ahora.

*Diputada local

La tormenta tropical “Nadine”, que azotó hace unos días las costas de Veracruz, dejó tras de sí rastros de destrucción y vulnerabilidad que no podemos seguir ignorando. Con inundaciones que afectarán no solo a la zona conurbada Veracruz-Boca del Río, sino también a cientos de comunidades, daños en infraestructuras vitales y pérdidas en sectores económicos clave como la agricultura y el turismo, este lamentable hecho debe movernos a todas y a todos a la acción.

Las imágenes de calles anegadas, viviendas destrozadas y millas de personas evacuadas parecen formar parte de un ciclo sin fin en el que la historia se repite con cada nueva temporada de huracanes, muestra clara de que el cambio climático nos tiene sitiados.

De todos es sabido que la geografía de Veracruz lo convierte en un territorio particularmente vulnerable. Su extensa costa, ríos caudalosos y zonas montañosas lo ubican en la ruta directa de tormentas y huracanes. Según datos del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), Veracruz ha sido uno de los estados más golpeados por estos fenómenos en los últimos años, lo que agrava aún más los retos sociales y económicos.

Aquí es donde la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU cobra relevancia. Este conjunto de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) ofrece un marco integral para abordar no solo los efectos del cambio climático, sino también sus causas. En el contexto de desastres naturales como “Nadine”, la implementación de los ODS en Veracruz se vuelve más necesaria que nunca.

Uno de los retos que se nos presentan es fortalecer nuestras capacidades de respuesta mediante proyectos de infraestructura verde, protección de ecosistemas y gestión del riesgo. Las inundaciones han revelado la fragilidad de muchas de las zonas urbanas y rurales de Veracruz, por eso es urgente desarrollar ciudades más resilientes que no solo protejan a sus habitantes, sino que también utilicen recursos de manera sostenible. Mejorar el ordenamiento territorial y los planos de construcción son clave para evitar catástrofes futuras y es uno de los retos para las autoridades municipales.

Pero las tormentas intensas como “Nadine” comprometen el acceso al agua potable y los sistemas de saneamiento, generando crisis sanitarias post-desastre. La implementación de soluciones que garantizan el acceso seguro al agua, incluso en situaciones de emergencia, es crucial para evitar problemas a largo plazo.

Y no perdamos de vista que las tormentas no afectan a todos por igual. Las comunidades más vulnerables, como aquellas en situación de pobreza o en áreas rurales, son las que sufren las peores consecuencias; la muestra es que en el sur hay más de 50 mil hectáreas de caña perdidas. La pobreza se agrava cuando los medios de vida —agricultura, pesca y pequeños comercios— son destruidos por las inclemencias del tiempo. Y es en estos sectores donde la implementación de la Agenda 2030 puede hacer una diferencia real.

Así, “Nadine” nos deja una lección clara: hoy más que nunca tenemos que trabajar en la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Solo así podremos enfrentar de manera efectiva los retos que el cambio climático nos plantea y construir un futuro más seguro, equitativo y sostenible para las generaciones venideras.

La tormenta “Nadine” fue devastadora, pero también puede ser el punto de inflexión que nos impulsa a cambiar el rumbo. No podemos esperar a que la próxima tormenta nos golpee para actuar. El momento de implementar la Agenda 2030 es ahora.

*Diputada local

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