/ martes 3 de diciembre de 2024

Petrolizados

En el auge petrolero de los setenta del siglo pasado, en plena borrachera económica de José López Portillo, solía decirse que la economía estaba petrolizada. Había razones para ello: alrededor del 77% de las exportaciones del país y el 60% de los recursos tributarios venían de Pemex.

El tiempo de gloria pasó hace mucho. Hoy, la economía vuelve estar anclada a Pemex, pero al revés. La empresa es una bomba de tiempo. Una que, tarde o temprano, contaminará al resto de la economía.

La deuda de la petrolera es de 97 mil millones de dólares. Debe pagar por pensiones 4 mil millones de dólares al año. Tiene una deuda no registrada con proveedores de unos dos mil 300 millones de dólares más: un compromiso no registrado que está a punto de quebrar a cientos de empresas privadas. La mitad de la deuda de Pemex deberá pagarse en los próximos cinco años.

En el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, las pérdidas operativas de la paraestatal superaron el billón de pesos y la producción se estancó. De hecho, las cifras de la propia empresa revelan una caída sostenida, mes con mes. En octubre del 2023, la producción fue de mil 639 barriles al día. El pasado octubre, de solo mil 527 millones de barriles.

Más: el gobierno otorgó recursos del orden de 1.5 billones de pesos en el sexenio anterior.

Por razones ideológicas, el anterior gobierno se empecinó en construir una nueva refinería. Esta, ubicada en Dos Bocas, debía costar 8 mil millones de dólares. Los expertos privados dijeron que no había forma, y tenían razón. El costo se fue a más de 20 mil millones de dólares, y aún no produce. Por eso van otros 136 mil millones de pesos para el año entrante. Mientras, el país sigue importando seis de cada 10 barriles de gasolina que consume.

La bomba estallará. El gobierno ha pretendido asumir cada vez más costos y amarrar su futuro al de la empresa. Mala idea. En el exceso legislativo que ejercen, le quitaron el mote de empresa productiva por el de empresa pública. Así, el Estado se encadena a un pésimo negocio: mal estructurado, peor administrado y repleto de corrupción.

Hay un lastre laboral inmenso. Pemex cuenta con 128 mil trabajadores. En promedio, cada empleado extrae 14 barriles de petróleo al día. Los trabajadores de la petrolera Saudí Aramco, extraen 92. Los de Petrobras, 48. Solo está peor en productividad —oh, sorpresa— PDVSA, la empresa venezolana. Mal augurio.

La incertidumbre está afectando seriamente a los mercados del mundo. Por el flanco externo hay tres factores: la llegada de Donald Trump, la guerra europea y la de Oriente/Asia.

Pero el flanco interno abona mucho. La reforma judicial es un proceso mal diseñado, escrito sobre las piernas y ejecutado justo para oscurecer el panorama, en vez de aclararlo. La supremacía constitucional confirmó los peores temores, no solo de concentración de poder, sino de arrogancia. Los excesos públicos de decenas de funcionarios hablan de una nueva plutocracia. Eso habla de la incertidumbre que afectará irremisiblemente la inversión.

Con Pemex no hay duda. Hay una certidumbre. O se le hace una cirugía mayor, sin anteojos ideológicos, o su cáncer se extenderá a todo el país.

@fvazquezrig

En el auge petrolero de los setenta del siglo pasado, en plena borrachera económica de José López Portillo, solía decirse que la economía estaba petrolizada. Había razones para ello: alrededor del 77% de las exportaciones del país y el 60% de los recursos tributarios venían de Pemex.

El tiempo de gloria pasó hace mucho. Hoy, la economía vuelve estar anclada a Pemex, pero al revés. La empresa es una bomba de tiempo. Una que, tarde o temprano, contaminará al resto de la economía.

La deuda de la petrolera es de 97 mil millones de dólares. Debe pagar por pensiones 4 mil millones de dólares al año. Tiene una deuda no registrada con proveedores de unos dos mil 300 millones de dólares más: un compromiso no registrado que está a punto de quebrar a cientos de empresas privadas. La mitad de la deuda de Pemex deberá pagarse en los próximos cinco años.

En el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, las pérdidas operativas de la paraestatal superaron el billón de pesos y la producción se estancó. De hecho, las cifras de la propia empresa revelan una caída sostenida, mes con mes. En octubre del 2023, la producción fue de mil 639 barriles al día. El pasado octubre, de solo mil 527 millones de barriles.

Más: el gobierno otorgó recursos del orden de 1.5 billones de pesos en el sexenio anterior.

Por razones ideológicas, el anterior gobierno se empecinó en construir una nueva refinería. Esta, ubicada en Dos Bocas, debía costar 8 mil millones de dólares. Los expertos privados dijeron que no había forma, y tenían razón. El costo se fue a más de 20 mil millones de dólares, y aún no produce. Por eso van otros 136 mil millones de pesos para el año entrante. Mientras, el país sigue importando seis de cada 10 barriles de gasolina que consume.

La bomba estallará. El gobierno ha pretendido asumir cada vez más costos y amarrar su futuro al de la empresa. Mala idea. En el exceso legislativo que ejercen, le quitaron el mote de empresa productiva por el de empresa pública. Así, el Estado se encadena a un pésimo negocio: mal estructurado, peor administrado y repleto de corrupción.

Hay un lastre laboral inmenso. Pemex cuenta con 128 mil trabajadores. En promedio, cada empleado extrae 14 barriles de petróleo al día. Los trabajadores de la petrolera Saudí Aramco, extraen 92. Los de Petrobras, 48. Solo está peor en productividad —oh, sorpresa— PDVSA, la empresa venezolana. Mal augurio.

La incertidumbre está afectando seriamente a los mercados del mundo. Por el flanco externo hay tres factores: la llegada de Donald Trump, la guerra europea y la de Oriente/Asia.

Pero el flanco interno abona mucho. La reforma judicial es un proceso mal diseñado, escrito sobre las piernas y ejecutado justo para oscurecer el panorama, en vez de aclararlo. La supremacía constitucional confirmó los peores temores, no solo de concentración de poder, sino de arrogancia. Los excesos públicos de decenas de funcionarios hablan de una nueva plutocracia. Eso habla de la incertidumbre que afectará irremisiblemente la inversión.

Con Pemex no hay duda. Hay una certidumbre. O se le hace una cirugía mayor, sin anteojos ideológicos, o su cáncer se extenderá a todo el país.

@fvazquezrig

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