Reza una sabia sentencia: “Poderoso caballero es don dinero”, cuyo significado nos da a entender que con dinero es posible hacer lo que sea.
Esto viene a cuento porque todos sabemos que las obras que realizan los diferentes gobiernos se pagan con el dinero que tienen en sus arcas, mismas que son llenadas con los impuestos que todos nosotros pagamos, directa o indirectamente. Directamente cuando acudimos a una dependencia por lo que poseemos o necesitamos, pues es valor entendido que junto al costo se debe pagar el impuesto respectivo, e indirectamente cuando pagamos lo que lo compramos, que lleva un impuesto grabado.
No hay nada tan mal dicho como mal interpretado, razón por la cual cuando leímos en este matutino: “No habrá impuestos en Veracruz”, señala Cuitláhuac García, como título de una noticia, muchos, incluidos nosotros, pensaron que ya no habrá obras por realizar.
Todo este mal entendido se hubiera evitado con sólo decir “nuevos impuestos”, como se aclara en el cuerpo de la nota.
En otro orden de cosas, que bueno que en Chiltoyac, una congregación del municipio de Xalapa, tanto el alcalde como el gobernador hayan entregado cinco casas a igual número de familias, cumpliendo de esta forma con una obra social. También sería bueno que obras de este tipo se realizaran a favor de familias de esta ciudad, que a gritos claman ayuda.
Sabemos que el mercado aumenta el costo de los productos, de acuerdo con normas propias. Sin embargo, tratándose de productos de la canasta básica se hace necesario controlar estos aumentos, porque muchos comerciantes nos han comentado que no todos se han percatado que dichos incrementos perjudican a los más pobres y de paso ellos venden menos, lo que afecta sus bolsillos.
No somos economistas ni cosa parecida, pero nos hemos dado cuenta que el estado y la ciudad no están tan bien como le han hecho creer al gobernador.
Por alguna razón, pese a las riquezas naturales, ningún empresario ajeno al estado se anima a invertir y crear alguna empresa para emplear algo de lo que en este estado se produce, o por lo menos ver la forma de arreglar las ciudades para promover el turismo en todas ellas, pensando en la derrama económica que se reflejaría en las arcas públicas, tanto estatal como municipales, para que puedan trabajar con recursos propios sin estar atenidos a las participaciones federales, que de un momento a otro son recortadas, como ocurrió en el municipio de La Perla, uno de los más pobres del estado. ¡Salud!