Mientras para unos cuantos defensores a ultranza de la 4T, los cambios y ajustes en el gabinete presidencial ordenados a la mitad del sexenio han sido suficientes para continuar con los programas asistencialistas hasta el final del sexenio, para otros, los cambios no han sido los esperados, ni por los cargos autorizados por el jefe político, ni por los titulares de dichas dependencias y algunos de los cuales jamás esperaban salir de la nómina oficial mucho antes de la terminación del cargo de Andrés Manuel López Obrador.
Y como la política en México se basa en especulaciones y acertijos, en la CDMX, en los mentideros políticos y en las dependencias gubernamentales de primer nivel, ayer circuló insistentemente la versión de que el Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, debe ser removido del cargo a la brevedad posible, después de los más recientes tropiezos que ha dado el senecto funcionario, como el escándalo por disputas económicas y despojo inmobiliario, en perjuicio de la Universidad de Las Américas Puebla.
Otro reciente desaguisado, fue el escándalo de repercusión internacional, consistente en la persecución y cita para declaración ministerial a los investigadores del Conacyt, elegidos rencorosamente por el fiscal, por haberle negado con anterioridad, su ingreso a esa privilegiada nómina de investigadores por cuenta del Estado. La gota que derramó el vaso, por la cual exigen su salida, es el escándalo generado por las fotografías publicadas el pasado fin de semana, donde se aprecia a Emilio Lozoya Austin, cenando en un lujoso restaurante de la CDMX, en vez de estar recluido en su casa, pues según fuentes oficialistas, Lozoya se encontraba bajo arraigo domiciliario por ser testigo protegido de la FGR.
Si bien es cierto que el fiscal general debe ser removido, porque no hay avances en las investigaciones del caso Odebretch y de Agro Nitrogenados con Altos Hornos de México, ¿Quién podría sustituir a Gertz Manero?; ayer mismo se dio la respuesta, en redes sociales y cafés de la ciudad, señalando que no hay otro mejor que Santiago Nieto Castillo, Director General de la UIF (Unidad de Inteligencia Financiera), tanto por la rudeza con la que ha actuado congelando cuentas bancarias a diestra y siniestra y persiguiendo a evasores fiscales hasta con la emisión de ficha roja para su localización en 196 países, como por la confianza de que goza en Palacio Nacional, apuntalado además por la jefa del SAT, Raquel Buenrostro.
De resultar ciertas las especulaciones mencionadas, habría que ver si es “tan malo el pinto, como el colorado”.