La Madre Teresa, de quien dijera la reina Sofía si no hubiera existido, habría necesidad de inventarla, aprendió en Calcuta, además de amar incondicionalmente a los pobres más pobres del mundo, las cuatro layes espirituales de India, que practicó hasta el mismo día de su muerte.
Primera: la persona que llega es la persona correcta. Nadie llega a nuestra vida por casualidad, todas las personas que nos rodean, que interactúan con nosotros, están allí por algo, para hacernos aprender y avanzar en cada situación. Segunda: lo que sucede es la única cosa que podía haber sucedido. Nada, pero nada, absolutamente nada de lo que nos sucede en nuestras vidas podría haber sido de otra manera. Ni siquiera el detalle más insignificante.
No existe los “hubiera hecho tal cosa, hubiera sucedido tal otra”, no. Lo que pasó fue lo único que pudo haber pasado, y tuvo que haber sido así para que aprendamos esa lección y sigamos adelante.
Todas y cada una de las situaciones que nos suceden en nuestras vidas son perfectas, aunque nuestra mente y nuestro ego se resistan y no quieran aceptarlo.
Tercera: cualquier momento que comience, es el momento correcto. Todo comienza en el momento indicado.
Ni antes, ni después. Cuando estamos preparados para que algo nuevo empiece en nuestras vidas, es allí cuando comenzará. Cuarta: cuando algo termina, termina. Simplemente así. Si algo terminó en nuestras vidas es para nuestra evolución, por lo tanto es mejor dejarlo ir y seguir adelante, avanzar, enriquecidos con esa experiencia.
Madre Teresa, religiosa de férrea ternura, de voluntad infatigable, incansable luchadora por una humanidad solidaria, en la que hubiera paz entre las naciones, aconsejaba así a sus seguidores: a veces las personas son egoístas, ilógicas e insensatas.
Aún así, perdónalas. Si eres amable, las personas pueden acusarte de egoísta e interesado. Aún así, sé gentil. Si eres vencedor, tendrás algunos falsos amigos y algunos enemigos verdaderos. Aún así, vence. Si eres honesto y franco, las personas pueden engañarte.
Aún así, sé honesto y franco. Lo que tardaste años para construir, alguien puede destruirlo de una hora para otra. Aún así, construye. Si tienes paz y eres feliz las personas pueden sentir envidia. Aún así, sé feliz. El bien que hagas hoy, puede ser olvidado mañana. Aún así, haz el bien. Da al mundo lo mejor de ti, aunque eso pueda nunca ser suficiente. Aún así da lo mejor de ti mismo. Y recuerda que, a fin de cuentas es entre tú y Dios. Nunca fue entre tú y ellos.
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