Se sabe que Santa Claus, o Papa Noel, es nieto de holandeses errantes e hijo de la imaginación de dos escritores neoyorquinos quienes gracias a un dibujante satírico y la publicidad de la Coca- Cola, pudieron darle figura real.
También se cuenta que “Santa” llegó a New York en 1621 con holandeses devotos de San Nicolás, santo conocido por su generosidad con los niños en la Europa medieval; y que en 1809 Washington Irving escribió la sátira Historia de New York en la que engordó al santo patrón holandés (Sinter Klaas) hasta transformarlo en el precedente de Santa Claus.
La vestimenta roja surge a finales del siglo XIX como consecuencia del desarrollo de las técnicas de impresión en color.
Ya de rojo y popular, Santa Claus llegó a la Gran Bretaña en el siglo XIX, luego a Francia, donde se fundió con el Bonhomme Noël. La imagen actual de Santa Claus o Papá Noel fue creada por la Coca-Cola cuyos directivos en 1931 la encargaron al pintor Abdón Sundblom, con las características de un personaje más humano, atractivo y creíble.
En lo que respecta a la historia del árbol de Navidad —ésta se remonta al roble, árbol sagrado y venerado en años remotos desde Grecia hasta Noruega—, como representante de Zeus.
En aquellos tiempos los griegos solían celebrar sus compromisos importantes bajo la sombra de un roble. De ahí la costumbre de "tocar madera" para protegerse de algún "mal". Con el Cristianismo se cambió al macizo roble por el abeto, porque según los misioneros, la forma triangular de su enramada correspondía al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Este "tres" mágico funcionó muy bien por ser un número venerado por muchos pueblos, miles de años antes de la venida de Jesús. De esta manera bastante singular, se impuso el abeto y con el correr de los siglos ¡el pino de plástico!
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