Dios aprieta pero no ahorca

Los viejos son los culpables de este tipo de situaciones, por solapar a “ninis”, que no llegan a tener oficio ni beneficio

Frank Barrios Gómez

  · martes 6 de noviembre de 2018

El regalo más hermoso que se nos haya otorgado es la vida. Algunos nacen con estrella, mientras que otros estrellados. A estos últimos parece que la vida se ensaña con ellos, porque todo les cuesta horrores. Y a quienes lo tienen todo, muchas veces no saben valorarlo.

Los viejos son los culpables de este tipo de situaciones, por solapar a “ninis”, que no llegan a tener oficio ni beneficio. En lugar de ayudarles para que se conviertan en hombres de bien, lo que hicieron fue formar algo que perjudica a la sociedad. Todo lo bueno cuesta y gracias a ese esfuerzo es como se valoran las cosas.

Se encontraba un joven en su centro de trabajo, un lujoso restaurante. La atención al cliente es lo primordial, porque dependiendo del servicio es la propina. En eso entra un cliente de edad avanzada y se sienta alrededor de una de las mesas que estaba atendiendo. De inmediato empieza a atenderlo esmerándose en el servicio. Le recomienda las viandas más caras del lugar pensando que un buen consumo equivale a una jugosa propina. Pero el cliente sólo pide una taza de café y un panecillo. Desilusionado estaba el muchacho porque ello no le brindaría lo que él esperaba.

A la hora de pagar, el elegante caballero lo llama para pedirle la cuenta y al verlo le pregunta: ¿Estás pasando por un mal día. Tienes problemas? Y el mesero le responde que la vida se le ha puesto difícil.

Cuando regresa a la mesa nota que el caballero le ha dejado una propina de 10 mil dólares, los toma y corre a alcanzarlo justo antes que aborde su lujosa limosina. “No tenía por qué hacer esto señor”. “Joven, yo también pasé una vida dura, teniendo trabajos como el tuyo, y un día un hombre rico me dejó una propina tan jugosa que pagué con ella mi inscripción a la universidad”. Abrazándolo el mesero le dice: “Con este dinero usted acaba de pagar el costo de la operación de mi madre y le está salvando la vida”. “Cuando tú puedas, devuelve el favor a otro que lo necesite”, dijo el hombre rico. Así debe hacerse en la vida, dar sin esperar, que la vida misma será la que juzgue al final de todo.