Pudo más la codicia de esta madrasta, y de inmediato pensó que su hija era la que tenía que poseer ese tipo de don. La llama de inmediato para decirle: “Mira a tu hermana, cuando habla salen diamantes y rosas de su boca. Toma una jarra y ve al bosque, se te aparecerá una anciana que te pedirá agua, y lo único que tienes que hacer es darle de beber”.
La hermanastra toma una jarra y un plato de plata, y refunfuñando se dirige al bosque, a cumplir con lo ordenado por su madre. Después de un largo caminar llega a su destino, y esta vez, el hada asume la forma de una princesa bien ataviada. Le pide de beber a la niña y esta, de una manera grosera le dice: “Si quieres tomar agua, hazlo directamente de la jarra, porque estoy muy cansada”. El hada viéndola con lástima responde: “Es una lástima que estés tan mal educada, y tengas un corazón negro.
Desde este momento cuando hables, de tu boca saldrán serpientes y sapos”. Al regresar la niña a su hogar, la madre la esperaba impaciente. Ya se sentía una de las personas más ricas del reino, con el don que le otorgaron a su hija, y cuando le pregunta que cómo le fue, de la boca de la infante salieron dos serpientes y dos sapos. Horrorizada al ver eso, decide castigar a su hijastra y esta huye al bosque, donde la encuentra un príncipe, y al verla llorar le pregunta el porqué de su desdicha. Al escuchar su versión se la lleva al palacio, donde es aceptada por el rey, y poco tiempo después es desposada por el príncipe, heredero al trono. En tanto, la otra niña fue repudiada por su madre y echada de su casa. Se dirigió al lugar más inhóspito del bosque, donde después de un tiempo falleció. Moraleja. La verdadera riqueza se encuentra en el corazón.
Ahí se anida la felicidad, la cual es inmaterial y se le da forma, cuando ella misma atrae los bienes materiales. Nadie puede ser feliz si no aprecia lo que tiene, poco o mucho. Con un corazón sin avaricia, se alcanza le verdadera felicidad. El tesoro más grande es la salud. Con ella logra todo lo que se proponga la persona.