Simbólicamente a cada ser humano se le representa como una balanza. En el platillo de la derecha, colocamos las acciones positivas que llevan el nombre de Dharma, y en el platillo de la izquierda, lo negativo o karma. Dependiendo cómo inclinemos la balanza, será el resultado que cada quien recoge, en base al proceder de sus acciones. Todo lo que se haga en vida se paga, y esto se aprecia justo en su momento. El cosmos es tan sabio, que nadie puede violar una acción negativa, que se haya llevado a cabo. Algunos se escudan tratando de justificar sus acciones nefastas, al argumentar que diosito ya le perdonó su proceder, y la persona a la que se le afectó, bien merecido que se lo tenía. No somos nadie, para ponernos la toga del juez y dictar sentencia. Tampoco vamos a cruzarnos de brazos ante fechorías que hagan los demás, porque sería convertirse en cómplice de esas nefastas acciones. La vida es como una operación aritmética, contando al final el resultado. A la divinidad no le interesa las buenas intenciones que haya tenido el individuo, lo que toma en cuenta es la consecuencia de sus acciones. Cada quien cosechará lo que siembra, y esto es algo a lo que nadie escapa. El vivir de una manera equilibrada, hará en el individuo una persona objetiva. No hay que buscar un cambio en los demás, porque el verdadero cambio nace dentro de cada quien. Los resultados que cada quien obtenga, serán en base a sus acciones. Se sabe que todo en la vida tiene un fin, y si algo nos sucede, es porque debemos aprender de esa lección, grata o desagradable. Pasarse toda la vida rezongando, es índice de no comprender el momento por el que se está atravesando. Nadie puede enfocarse al mismo tiempo en el bien y el mal. Hay que definirse porque a los tibios y volubles, en ningún lado los aceptan. Sintetizando diréque, de esta vida, nadie se va sin haber pagado la factura de sus despilfarros.
Simbólicamente a cada ser humano se le representa como una balanza. En el platillo de la derecha, colocamos las acciones positivas que llevan el nombre de Dharma, y en el platillo de la izquierda, lo negativo o karma. Dependiendo cómo inclinemos la balanza, será el resultado que cada quien recoge, en base al proceder de sus acciones. Todo lo que se haga en vida se paga, y esto se aprecia justo en su momento. El cosmos es tan sabio, que nadie puede violar una acción negativa, que se haya llevado a cabo. Algunos se escudan tratando de justificar sus acciones nefastas, al argumentar que diosito ya le perdonó su proceder, y la persona a la que se le afectó, bien merecido que se lo tenía. No somos nadie, para ponernos la toga del juez y dictar sentencia. Tampoco vamos a cruzarnos de brazos ante fechorías que hagan los demás, porque sería convertirse en cómplice de esas nefastas acciones. La vida es como una operación aritmética, contando al final el resultado. A la divinidad no le interesa las buenas intenciones que haya tenido el individuo, lo que toma en cuenta es la consecuencia de sus acciones. Cada quien cosechará lo que siembra, y esto es algo a lo que nadie escapa. El vivir de una manera equilibrada, hará en el individuo una persona objetiva. No hay que buscar un cambio en los demás, porque el verdadero cambio nace dentro de cada quien. Los resultados que cada quien obtenga, serán en base a sus acciones. Se sabe que todo en la vida tiene un fin, y si algo nos sucede, es porque debemos aprender de esa lección, grata o desagradable. Pasarse toda la vida rezongando, es índice de no comprender el momento por el que se está atravesando. Nadie puede enfocarse al mismo tiempo en el bien y el mal. Hay que definirse porque a los tibios y volubles, en ningún lado los aceptan. Sintetizando diréque, de esta vida, nadie se va sin haber pagado la factura de sus despilfarros.