Esoterismo / La mujer madura

La belleza física acaba, perdurando la belleza del alma

Frank Barrios Gómez

  · miércoles 13 de febrero de 2019

El varón y la mujer son un complemento necesario para llevar una vida grata y tranquila. A determinada edad, la persona se vuelve selectiva. Ya no tan fácilmente se deja seducir por lo que brilla, al comprender que no todo es oro.

Una mujer madura es peligrosa al saber lo que quiere y no andarse con rodeos. Es como la miel, deseada por jóvenes y viejos.

Basta que pongan en práctica su astucia para tener lo que deseen. Las jovencitas las llaman “viejas”, porque la envidia les corroe al querer tener a sus pies lo que esas “viejas” logran con sólo una sonrisa, un ademán o una mirada. Lo que muchos llaman fracaso, la mujer madura le nombra “experiencia”, gracias a la cual no vuelve a cometer con facilidad el mismo error.

Si es completamente madura, asocia y equilibra el razonamiento con el corazón, y define lo que en realidad anhela. Sus heridas las convierte en sabiduría.

Es el momento en que se deja llevar por la pasión, y la disfruta sin remordimientos. Sus problemas los resuelve sin tanto drama, y posee seguridad, porque sabe de su valía, no dejándose intimidar por la belleza efímera de una jovencita, que dentro de poco perderá su angelical figura.

Al aceptarse tal como son dejan de sufrir y se dedican a disfrutar lo que les quede de vida. Si la mujer no ha madurado mentalmente, será todo lo contrario a lo que escribo, y lo que hará será comprar migajas de caricias (no amor) por unos cuantos pesos. Por eso el dicho de “la suerte de la fea, la desea la bonita”.