Dentro del mundo civilizado no es aceptada del todo la magia. Sin embargo, muchos recurren a los conocimientos de los chamanes para alcanzar sus metas, algunas relacionadas con el poder. Todo tiene un precio y quien solicita un favor, así sea a la divinidad, tiene que pagarlo. Dios no da nada regalado, tampoco Satanás. Existe gente que se adentra al mundo mágico y mediante fórmulas basadas en conjuros, exorcismos y rituales antiquísimos, logran abrir portales mediante los cuales energías dejan sentir su influencia en nuestro medio físico. Estas personas también logran adentrarse a esas dimensiones y gracias a ello logran una metamorfosis con su cuerpo físico. A esto se le conoce científicamente con el nombre de “teriantropía”, más conocido como “nahualismo”. Un nahual es un brujo que tiene la habilidad de ingresar su cuerpo físico dentro de la Cuarta Dimensión. Gracias a ello es posible que levite, como lo hiciera Jesús de Nazaret, al caminar sobre las aguas del lago Tiberiades. También puede transportarse a otro sitio, desapareciendo del mundo físico para aparecer donde él quiera. Otras personas cambian la apariencia de su cuerpo, transformándose en animal. Esto siempre ha sido usual en Mesoamérica. En México se le conoce como “nahual”.
En Tlaxcala existe una leyenda arcaica, en Chiautempam: cierto día un grupo de cazadores se encuentran con un enorme perro negro que les llamó la atención e intentan agarrarlo, pero el animal resultaba muy escurridizo y ante tal situación, le disparan hiriéndolo en una pata. Siguen el rastro de la herida, llegando a la cabaña donde encontraron a un lugareño cubriéndose con una cobija. El hombre no quiso entablar mucho diálogo con los visitantes que se retiraron y al llegar a la cantina del pueblo narraron la historia del perro. El cantinero les dijo que se habían encontrado frente a un nahual, y el hombre se cubría con la cobija para ocultar la herida.