Para otros Grigori Yefimovich fue un charlatán que abusó de la ingenuidad de los zares rusos. Nace el 21 de enero de 1869 en Petrogrado. Fallece el 30 de diciembre de 1916, a consecuencia de un complot de nobles rusos que veían amenazados sus intereses.
Rasputín estuvo rodeado de un halo misterioso. Era corpulento y de ojos azul claro. Se le relacionaba con una fuerza magnética que dominaba a hombres y mujeres. El zarévich Alexéi padecía hemofilia.
Médicos de la corte no podían curarlo, por lo que se veía amenazada la corona del imperio a falta de un heredero.
Rasputín, demostrando sus dotes curativas, controló la enfermedad. Desde ese momento, se convirtió en el hombre que mandaba en Rusia, después del emperador Nikolái A. Romanóv.
Nobles y gente del gabinete ruso peleaban gozar de su amistad y aprobación para lograr favores de los zares. A muchos poco les importaba el saber que sus mujeres tenían relaciones sexuales con el “Monje loco”, como también le conocían.
Sus dotes de premonición fueron exactos; algunas de ellas se viven un siglo después. Cuando vuelen las imágenes, madurará un fruto venenoso y serán muchos quienes lo coman.
Esto se ve reflejado en todo lo que pulula en Internet vía por la que las imágenes se transportan a cualquier lugar de la Tierra en segundos, levantando o destruyendo en un instante a una persona.
Cuando el zar Nikolái le preguntó sobre su futuro y el de su familia, Rasputín respondió si uno de los tuyos noble me mata, morirá la familia Romanóv. Pero si es uno de los míos (el pueblo) que me asesina, no te pasará nada. Fue el príncipe Yusupov quien ideó el complot para asesinar a Rasputín. La profecía se cumplió: la familia Romanóv sucumbió ante la revolución rusa de 1917.
A un siglo del deceso del monje loco, todavía se tejen infinidad de historias fantasiosas sobre su vida. Para muchos fue un iluminado, para otros un charlatán.