Rosa María Campos
Sin embargo hace más de un siglo, arqueólogos ingleses descubrieron la linaza en prendas de lino halladas en las pirámides. En el Egipto antiguo, la linaza se utilizaba en la preparación de aceites y para embalsamar a las momias. Otros registros demuestran que los babilonios cultivaron esta semilla desde el año 3000 a de C., y que un milenio después, Hipócrates usaba la semilla para aliviar el malestar intestinal y que la semilla del lino era tan importante para la salud en el Siglo VIII, que Carlo Magno emitió leyes y reglamentos que regían su consumo.
En tanto que testimonios registrados en la Odisea de Homero, mencionan a la linaza como material para la construcción de embarcaciones e igual en la Biblia también se cita a la linaza. No existe seguridad en relación a su origen, lo cierto es que hoy existen miles de plantíos de semillas de linaza en tierras bien abonadas y drenados tanto en México como en Canadá, Estados Unidos y otros países de Sudamérica que utilizan a la linaza como aceite, fuente de fibra y usos medicinales. A esto se suman más propiedades en la linaza, mismas que tienen que ver con su alto contenido de ácidos grasos omega 3, proteínas, vitaminas y fibra dietética soluble e insoluble, lo que no hace mella a su efecto más profundo: el estado de calma que se disfruta a pocas horas de ingerirla.
Otro descubrimiento de los beneficios de la linaza es el de la doctora Johana Budwing, investigadora alemana, quien ha utilizado exitosamente el aceite de linaza (ALN) en la cura del cáncer. La linaza contiene 27 compuestos identificables como anticancerígenos y una sustancia que se asemeja a la prostaglandina, la cual regula la presión y función arterial, cuyos beneficios juegan un papel importante en el metabolismo de las grasas, del calcio y de la energía. En cuanto a la belleza, consumir con regularidad semillas de linaza suaviza la piel y los problemas de la piel como la Psoriasis y Eczema, mejoran de inmediato.
taca.campos@gmail.com