La buena vida/ Psicoanálisis sin psicoanalista

En Wat Umong, un monasterio budista del norte de Tailandia, oí por primera vez “Soy un católico interesado en la filosofía budista. Soy judío y budista. Soy musulmán estudioso del Buda”.

Rosa María Campos

  · martes 29 de mayo de 2018

¿Por qué esos devotos de tal o cuál religión simpatizaban con el budismo y tomaban cursos de meditación y filosofía budista? Me costó meses y libros, entender a estos viajeros espirituales que sin ser budistas seguían a Buda para convertirse en mejores personas. Hoy el budismo se considera el bálsamo que requiere una sociedad enferma de violencia, harta de dogmas para creer y demonios para temer. En lo personal, este sistema místico científico me resulta una especie de psicoanálisis sin psicoanalista que plantea fría, objetivamente, soluciones a los problemas humanos, sin intermediarios, permitiéndonos ahorrar dinero, más no tiempo y esfuerzo. Entre los libros que leí sobre el Buda está El Primer Sermón de Benarés, en el cual el “iluminado” expone los fundamentos de su filosofía: "Las Cuatro Nobles Verdades" y "El Óctuplo Noble Camino”. Preceptos orientados a una transformación vital, más que a una propuesta especulativa: Las Verdades: 1) La existencia humana es dolor. 2) La causa del dolor es el deseo. 3) La extinción del deseo acaba con el dolor. 4) El camino que lleva a la extinción del deseo, y por ende a la cesación del dolor, constituye la "Óctuplo Noble Camino". ¿Cómo caminar por ese noble camino? Con un recto modo de pensar.

Recta aspiración, deseo de no hacer daño a ningún ser viviente, de emanciparse de la sensualidad, de cultivar el amor al prójimo –deseo de bien, destinado a vencer las vanas excitaciones, los inútiles deseos—. Recta palabra. Recta acción: abstención de quitar la vida a los seres vivos, de tomar lo que no es donado; de ser adúltero, mentiroso, del usar bebidas alcohólicas y de substancias estupefacientes. Recto medio de ganarse la vida: evitar ocupaciones indignas: como vender licores, animales para el rastro, substancias tóxicas, armas homicidas y traficar con esclavos.

Recto esfuerzo de la mente despierta para oponerse al extravío intelectual que, junto con la sensualidad y la malevolencia, impiden la compresión de las augustas verdades. Recto recuerdo: la vivacidad mental del budista está estrictamente conectada con el recto recuerdo, destinado a hacer presente el carácter temporal de la acción y sus consecuencias éticas. Recta concentración. La observación de las precedentes normas de rectitud conduce a la recta concentración, última fase del augusto camino.

Estos fueron los preceptos básicos que predicó Buda durante 45 años de ministerio activo, siempre con la siguiente recomendación al terminar cualquier plática sobre sus enseñanzas: No creas nada por la mera y supuesta autoridad de maestros, sabios o sacerdotes, ni por pertenecer a la tradición, ni por estar escritos en algún libro que los hombres llamen sagrado: acepta solo aquello que este de acuerdo con tu propia conciencia, libre razón y claro discernimiento.


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