Visitar Michoacán es como asomarse a un caleidoscopio, cada vuelta -o cada viaje- es distinta, una mirada te permite descubrir nuevos colores, figuras y en este caso, hasta sabores. Tenemos pruebas de esta analogía, luego de recorrer una región poco explorada o relacionada con el estado: la costa.
Si llegas en carretera desde la Ciudad de México, el trayecto será un poco largo, alrededor de seis horas. Aunque puedes hacer escala en Morelia, la brisa marina comenzará a sentirse al llegar a Lázaro Cárdenas; ya ahí puedes seguirte a Barra Pichi, Playa Azul o Nexpa. Esa fue nuestra ruta.
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Después de salir casi de madrugada de Morelia, los rayos del sol en el rostro nos despertaron para encontrarnos una carretera enmarcada por enormes palmeras, tan grandes que parecen doblarse un poco para saludar al paseante. La primera parada fue fugaz y con suficiente calor para ponernos ropa de playa, conocimos las instalaciones del Puerto Lázaro Cárdenas, el más profundo de México, estratégico para la economía nacional por su ubicación, en el corazón del Pacífico mexicano. Aquí se realizan visitas guiadas y eventos en el Malecón de la Cultura y las Artes.
Un paseo en lancha por Barra Pichi fue la segunda actividad en las playas de Michoacán, Ricardo García, lanchero local, nos presentó parte de la diversa flora y fauna: mangles (rojo y negro), pato buzo, iguanas, cocodrilos, gaviotas, zarapito trinador y cientos de aves que sobrevuelan el agua con una tranquilidad contagiosa. Ricardo dedica su tiempo libre a realizar estos recorridos, con la alegría de mostrar un tesoro natural que él conoció hace más de 30 años.
Dejamos atrás Pichi para probar un banquete que solo se disfruta en la costa, preparado por la cocinera tradicional Teresa Bernal del restaurante La Langosta, ubicado en Playa Jardín. El deleite comenzó con agua fría de coco y luego charolas con las famosas mariscadas, una mezcla de camarones en distintas versiones (al mojo de ajo, a la diabla y empanizados); también probamos las tiritas de pescado y ceviche, pesca fresca del día. La sobremesa la hicimos en las hamacas que hay dentro el establecimiento y después caminamos por el postre, a las empanadas de la panadería Barracuda. A un costado de La Langosta.
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Si no fuera suficiente la comida y el malecón, pudimos tener un atardecer mágico gracias al personal del campamento Tortuguero Taracosta en Playa Azul que nos invitó a liberar tortugas golfinas recién nacidas. Vimos sus nidos, la manera en que rompieron el cascaron y luego, las tomamos delicadamente para dejarlas en la orilla del mar, deseando su supervivencia y regreso.
El viaje no podía terminar en un mejor lugar que barra Nexpa, tiene un río, en el que puedes hacer hayak y también mar, con olas idóneas para surfear. La población de Nexpa es poca, alrededor de 60 habitantes, es fácil sentirse en familia rápidamente. Conocerás personas como Lorena y Gloria, que trabajan en L´arena bar decorado con murales de sirenas y corales; Jerry, que es salvavidas y maestro de surf o Emma, que realiza artesanías en coco, un trabajo minucioso que comienza desde la elección de la pieza. No utiliza barniz, ni pintura, todo brilla después de pulirlo a mano.
Respecto al alojamiento, en Nexpa hay hotel, zona de camping y las cabañas Mar de Noche con ventanas que dan al mar, decoradas naturalmente con jardines de flores marinas. Puedes buscar directamente a Enrique Soria, secretario de la Asociación Turística de Río Nexpa, será una guía para tu plácida estancia.
RÍO Y MAR
En algunas playas de Michoacán el agua del río Balsas se mezcla con la del océano Pacífico
MOMENTO DE AYUDAR
La liberación de tortugas en Playa Azul se realiza desde septiembre hasta finales de año; esta puede variar según el número de recién nacidas