Suertudo “rabo verde” ¿Viste la guapa que anda jalando?
-Y ¿Qué tal ese carcamán, hasta el bizco hace cada vez que se le acerca una muchacha.
- Y doña Esther ya ni la amuela, es una asalta cunas.
Si, mis amigos mayorcitos a veces la gente nos convierten en blanco de burlas y acres comentarios. De modo tal que implícitamente nos prohíben enamorarnos. Esta común crítica a los amores seniles en parte se debe a los tabúes sexuales judeocristianos, que siguen manipulando a jóvenes y maduros, además de los abuelos a quienes nos pesa mucho lo que diga gente. Y si a estos prejuicios le sumamos estropicios físicos propios de la vejez, jamás nos atreveremos a comprobar lo que escribió sobre los viejos enamorados el sabio Lao Tse, en su libro el Tao Te King: el espíritu del Valle es inagotable…Extrae de él cuanto quieras, nunca se agota.
Para los venerables orientales el sexo es simplemente una función básica, semejante al comer o dormir. Ellos a su sexualidad la cultivan con esmero, como un arte apreciado y medida eficaz para mantenerse saludables y alcanzar la longevidad. Mientras tanto, ¿Qué pasa en México? Para comenzar, aquí el sexo es exclusividad de los jóvenes.
Los encuentros amorosos se miden en términos de potencia y frecuencia, con predominio de lo genital y lo coital, mientras que los besos, caricias, abrazos y juegos tienden a desaparecer. Esto produce pánico a los hombres viejos quienes prefieren replegarse a no estar a la altura de las circunstancias, cuando en realidad en una relación sexual más vale el amor que la fuerza. Así que párenle varones mayorcitos, ya es tiempo de que borren de su cabeza eso de que la impotencia es consecuencia de la edad ¡para nada! hay un gran número de hombres impotentes desde los 20 años por razones de salud (diabetes, hipertensión arterial, problemas cardiovasculares etcétera).
Recuerden que en todo el mundo, hombres de 80 y 90 años han procreado hijos. En cuanto a la vida sexual de la mujer; en ella nunca hay declinación de su capacidad orgásmica. Su cuerpo mientras esté vivo es un medio para dar y recibir, sólo envejece cuando pierde su feminidad, su coquetería.
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