El interés de la actriz veracruzana Juana María Garza se ha centrado en actuar, aunque lo que hace actualmente, dice, no es teatro, cine, ni televisión, sin embargo sí mantiene su interés en buscar algo dentro de sí para dar a través de los medios con los que trabaja desde casa. “Puede ser que en la vida no tenga energía, pero en un escenario sí”, afirma.
Parte de su ser humano es nunca estar satisfecha, pero sí agradecida de haber entrado al mundo teatral y de permanecer por 39 años en la Compañía Titular de Teatro de la Universidad Veracruzana, para lo cual tuvo que elegir entre la medicina y el teatro, “porque no se puede servir a dos amos”.
“Me siento agradecida por vivir cada instante de lo que hago, ejecuto, observo, busco en mí para dar forma al ser que está escrito”, búsqueda en la que se siente atada por ella misma porque hay cosas que no le gustan. “En la construcción del personaje a veces vences y a veces te vencen”, sin embargo hay personajes que se quedan para siempre en la memoria.
No hay personaje pequeño, afirma, porque éste hace que busques cómo llegar a él para darle vida en la escena con el trabajo de cuerpo, trabajo interior, análisis, voz; hay personajes que dan resultado para el público pero hay otros que no son tan explotables.
Ha habido obras en las que le gusta el director, todo, pero no está de acuerdo con el personaje que le toca actuar, lo cual es como la vida misma, afirma, pero lo hace porque es para lo que se ha preparado y el reto le representa satisfacción, porque lucha para hacerlo lo mejor posible. “Puede ser que en la vida no tenga energía, pero en un escenario sí”, indica.
No le gusta escribir ni dirigir, pero sí estar en el escenario; así como trabajar en el diseño de vestuario, el color, cómo va naciendo y cómo hacer esa vida que se forma en la escena, aunque sea tan efímera, lo cual es relativo, reitera.
UNA CARRERA DE VIDA
Fue premio nacional de teatro con El gallo de oro, bajo la dirección de Enrique Pineda, con el papel de la caponera joven y adulta.
Su participación en Historias de maestros con Loló Navarro y actores de renombre nacional le dio la oportunidad de hacer cine de arte, de donde surgió la invitación de una televisora nacional para ser parte de su escuela, sin embargo declinó la oferta porque su afición era el teatro aunque sea tan efímero “que en un minuto no existe más”.
Su primer encuentro con el público fue a los 6 años con un monólogo en un fin de cursos, afición que continuó desarrollando gracias a que su abuela materna era una eterna amante del teatro y cine, hasta que en el Ilustre Instituto Veracruzano ingresó al taller de teatro que dirigía Loló Navarro, bajo cuya tutela estuvo mucho tiempo. Ella organizaba también el taller de teatro del Museo de la Ciudad de Veracruz, donde fue dirigida por Juan Vicente Melo en “El espectáculo del amor”.
Ahí tuvo la oportunidad de conocer a Jaime Sabines, Julia Marichal, Ofelia Guilmain, Carlos Monsivais, Sergio Elizondo, Martha Verduzco, entre muchas celebridades más, y donde tuvo la oportunidad de hacer desde pastorelas hasta obras de Chéjov. Desde aquel entonces tuvo la oportunidad de participar en el Festival de Teatro Universitario con una obra de Loló Navarro.
Debutó con la Orteuv en 1981 con la puesta en escena de Cúcara y Mácara de la entonces Infantería Teatral, una de las tres compañías que tenía la Universidad Veracruzana. En 1982, con El baile de los montañeses con la Compañía Titular de Teatro y en 1983, con Ratas. También ha actuado en: Máscara vs. Cabellera, Veracruz, Veracruz, Títeres de Cachiporra, Un hogar sólido, Nuestro pueblo, Psico/embutidos, Rosalba y los llaveros, El puro lugar, Ojo de perdiz, e Idiotas contemplando la nieve, entre otras. Fue directora de la Orteuv de 1999 a 2005 y forma parte del comité de organización del Festival de Teatro Universitario.