- El pintor expondrá en el Pabellón de San Marino en la Bienal de Venecia junto con el escultor mexicano Sebastián, autor de El Caballito, y su trabajo se expondrá hasta el 23 de noviembre del año en curso.
Darío Ortiz no persigue la moda cuando de arte se trata, el pintor ha apostado a un estilo, que a su forma de ver, poco ha sido explorado y en el que hay muchas cosas por hacer: el arte figurativo, con el que desde el 11 mayo llegó a la Bienal de Venecia y en la que encontró una forma actual de expresión.
Algunos artistas coinciden en que cuando la vocación llama, no hay nada que se pueda hacer al respecto, de ella no se puede huir, ni esconder en ningún lado, ya está presente y ahora el rumbo de la vida tomará un camino que aunque estaba presente, ahora se solidifica.
Así le sucedió a Darío Ortiz, quien después de dos intentos fallidos al ingresar a universidades dedicadas a la Química y al Derecho, encontró en la pintura una puerta que se abría y aquello que parecía ser solo un hobby poco a poco se volvió una innegable forma de vida.
“Llega un momento que es tan fuerte, hasta un punto en el que hay una pasión desmedida a eso y se termina convirtiendo en un vicio, y ¡ya está!, no hay mucha decisión que tomar, la toma la vida misma, eres eso y no otra cosa, y de alguna manera el mundo está solucionado, porque no importa en donde te levantes la hora o cómo sea: eres un artista.” Comenta en entrevista telefónica para El Sol de México desde Italia, en donde se prepara para exponer en la 58° edición de la Bienal de Venecia.
Nacido en Colombia, Ortiz ha realizado una carrera internacional casi sin darse cuenta pues con tan solo 18 años de edad empezó a exponer de manera individual y a sus 20 años ya contaba con premios de Tokio y de Francia.
Su capacidad artística y partiendo de que “el arte con norma no funciona”, fue que Ortiz no encontró en las instituciones académicas dedicadas al arte oportunidades para crecer y así su libertad, ingenio y talento lo condujeron a un trabajo autodidacta.
La pintura figurativa en sus obras es la que actualmente lo define, pero curiosamente su incursión en el arte fue a través del performance, el arte abstracto y el expresionismo y según comenta, son las obras con las que más premios ha ganado.
Cuando Ortiz dice haber sido inspirado por “el mejor pintor del siglo XX”: Francis Bacon o por Joseph Beuys, parece reflexionar sobre esta aparente contraposición a su estilo pues asegura que a Picasso “lo estudio profundamente pero creo que no se me nota por ninguna parte, parece que soy impermeable pero me encanta” dice mientras ríe.
Sin embargo “mi trabajo representa otras alternativas estéticas que unos pueden considerar que no son válidas, yo veo que aún no se ha hecho nada en este ámbito y que todo está por hacerse, para nada que me parece que sean lenguajes muertos, están muy vigentes sin que eso sea ningún tipo de pelea contra lo que hacen los demás” expresa.
Es por eso que cuando se enteró de que había sido invitado a la Bienal de Venecia, Ortiz fue el más sorprendido. “No es fácil que mi trabajo esté en este tipo de festivales precisamente porque no busca la novedad, si no al contrario”.
Con esto el pintor se contrapone al modelo hegemónico impuesto tras la segunda guerra mundial en el arte. Son seis las obras de gran formato con las que el también escritor, expondrá con Interesting times.
El concepto humanocentrismo ha marcado una línea específica en su quehacer artístico, se diferencia del antropocentrismo, que separa a la naturaleza y a los animales del hombre, que desde la visión del pintor sí forman parte de él.
“Se llama humanocéntrico el pensar que el centro de mi obra es el ser humano, esa es la raíz y el eje, sus sentimientos su ser y no ser, etc, me interesa el ser humano y como se ve a sí mismo” dice.
Aunque no se considera un esclavo de la pintura, “todos los días desayuno almuerzo, ceno, duermo y sueño arte, no solamente en la labor del trabajo, sino que la agilidad mental es 100 por ciento un punto del arte”.
Aunque la pregunta sobre cuál es su fuente de inspiración es la que más le han hecho, asegura no haberla respondido igual en ninguna ocasión.
“¿Qué lo inspira uno realmente? La última obra que hizo, lo deja a uno en un punto de la carrera, pareciera que hay una explicación, un acto germinal un epifanía, pero desde el punto de vista del trabajo real, uno va caminando y a medida que va haciendo una obra, van surgiendo más” comenta.
Es por eso que cuando intenta desarrollar un tema, lo primero que tiene que hacer es un estudio propio sobre lo que ya ha hecho anteriormente “esas obras son un trampolín a otras y básicamente uno tiene más ideas y más ganas de hacer obras”.
De todos los países que pudo elegir para vivir, Ortiz eligió México para desarrollar su carrera artística, llegó aquí pensando que la estancia sería temporal pero “me empezó a gustar mucho y creo que es un lugar en el que se puede pintar muy bien, amo México y me siento muy bien allí, mi trabajo que de alguna manera es una confrontación con la cultura europea, entonces qué mejor que hacerlo desde el sitio más latinoamericano de toda Latinoamérica” afirma.
En cuanto a su forma de ver el mundo, Ortiz asegura que “solamente lo peces muertos nadan con la corriente, los peces vivos tienen que nadar contra la corriente”. Él, como los peces vivos, ha sabido abrirse camino en el mundo del arte con un estilo particular que confronta el tiempo con las ideas y que expone al ser humano en todas sus acciones.