En Acapulco, hay poco más de 45 mil indígenas, mujeres y hombres que viven, la mayoría, en cinco asentamientos ubicados en la parte alta de la zona conurbada de la ciudad; el 90 por ciento de ellos, de acuerdo con las autoridades, se dedican a la venta de artesanías y productos realizados con material como palma, tela y papel que son comercializados principalmente en la zona de la costera Miguel Alemán.
Carmela Aparicio Simón, indígena proveniente de la montaña de Guerrero, tiene más de 10 años viviendo en Acapulco, donde se dedica a vender artesanías de barro, y asegura que nunca ha recurrido a un proceso legal o amparo para hacer respetar sus derechos que como ciudadana tiene, así como para que las autoridades respeten el trabajo que realiza con sus manos.
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“No he recurrido a ningún tipo de demanda o proceso legal, sólo tengo que cumplir con los pagos de los permisos al municipio para que nos dejen trabajar en un lugar establecido, como en la plaza Politécnica aquí en la costera, fuera de esto, no he pagado por un amparo ni por demanda, hago mis artesanías y las pongo a la venta de manera normal”, explica.
Afirma desconocer que exista una ley federal de protección al patrimonio cultural para los indígenas, “simplemente pagamos permisos y nos ponemos a vender la mercancía que en ocasiones tardamos hasta una o dos semanas en hacer”, se trata de jarrones, comales, alhajeros, collares, pulseras, tazas, vasos y platos pintados a mano, que vende en un puesto de dos metros de largo por uno y medio de ancho en la plaza Politécnica en la costera Miguel Alemán.
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En este mismo sentido, la representante legal de la agrupación de indígenas radicados en Acapulco, Iris Rosas Sereno, indica que los procedimientos legales ante autoridades judiciales, no han sido necesarios en Acapulco, debido a que los indígenas una vez que cumplen con los pagos de permisos tienen permitido vender sus artesanías en la zona turística del puerto.