Pensar en la literatura japonesa es pensar, obligadamente, en seis nombres imprescindibles no sólo de las letras niponas, sino de las letras universales: Junichiro Tanizaki, Ryunosuke Akutagawa, Yasunari Kawabata, Kobo Abe, Yukio Mishima y Kenzaburo Oe. Dos de ellos —Kawabata y Oe— premios Nobel de literatura.
Pero tenía que llegar un escritor más cercano al sentir occidental para que occidente volviera los ojos a oriente; ese autor es Haruki Murakami, quien a partir de Tokio Blues (Norwegian Wood, en su título original, refiriendo la famosa canción de The Beatles) conoció el éxito en España y Latinoamérica.
Haruki Murakami nació en Kioto y estudió literatura en la universidad de Waseda. Hijo de profesores de literatura, Haruki Murakami desde muy joven fue un escritor prolijo en su país natal, en donde además realizó estudios de música, pasión que lo llevó a abrir uno de los pocos bares, entonces, de jazz en Tokio; fue tal vez este género musical la clave para que se acercara a Scott Fitzgerald e iniciara así la traducción de este clásico norteamericano al japonés. Pero no fue sólo Fitzgerald el autor occidental que lo cautivó para sus tareas de traductor, sino que gracias a Haruki Murakami Japón ha podido leer también a John Irving, Truman Capote y Raymond Carver. De tal manera que Haruki Murakami es de los pocos autores orientales que logra el tan difícil maridaje entre oriente y occidente.
En uno de sus libros de cuentos, “Sauce ciego, mujer dormida”, Murakami dice en el prólogo que lo que el cuento le daba se lo negaba la novela; es decir, que el largo aliento que requiere la novela le impedía concentrarse en la concreción de un cuento.
After Dark es una novela un tanto diferente a lo que nos tenía acostumbrados el autor japonés. La historia es la de Mari, una chica que ha perdido el tren de vuelta a casa y decide quedarse en un bar (de los llamados after) a leer. Conoce ahí a un músico con quien traba amistad y quien le pide que lo espere al alba, luego de que tiene que tocar en ese bar. La novela hace referencia, entre otras cosas, a la célebre canción “Five Spot After Dark”, del trombonista Curtis Fuller. Una canción clásica dentro de los standars estadounidenses. A estas alturas no hace falta recomendar mucho a Murakami, sus seguidores son legión, año tras año se espera que gane el Nobel, aunque siempre se discute su valor literario. Se ha discutido mucho su valor literario, como muchos discutieron en su momento el de Kipling, Stevenson, Verne o Welles. Al final, la última palabra la tiene el lector.