Si lo que inicialmente dio fama a Leonardo Padura fueron sus novelas policiacas, fue la publicación de El hombre que amaba a los perros, la obra que lo llevó hacia otro tipo de público. Novela enorme, en todos los sentidos, que recrea el asesinato en México de Trotski
Si lo que inicialmente dio fama a Leonardo Padura fueron sus novelas policiacas, fue la publicación de El hombre que amaba a los perros, la obra que lo llevó hacia otro tipo de público. Novela enorme, en todos los sentidos, que recrea el asesinato en México de Trotski.
Tal vez fue esa novela la que lo catapultó a todo el mundo, logrando traducciones a infinidad de idiomas y vendiendo miles de ejemplares en los cinco continentes, cosa rara para un autor cubano que no tiene las mismas posibilidades de promoción que cualquier otro latinoamericano. Como se sabe, uno de los grandes artilugios de la mercadotecnia editorial es llevar a su autor por todas las ferias del libro, conseguirle conferencias en universidades de renombre, hacer ruedas de prensa y firma de libros; pero en el caso de Padura, el asunto ha sido exclusivamente literario, pues el autor pocas veces había podido salir de su natal Cuba, en aquellos años de promoción de esa novela.
Con La novela de mi vida Leonardo Padura ha intentado su novela más ambiciosa: Fernando Terry, el protagonista, es un cubano que tras dieciocho años de exilio regresa a Cuba para dos cosas: realizar una biografía de José María Heredia, el primer gran poeta cubano y, además, desentrañar quién fue el culpable de que se le expulsara de la universidad y, por ende, del país. La novela de mi vida es una obra a dos bandas en la que, por un lado, se recrea toda la época romántica cubana, aquél sabor casi silvestre, entre lo autóctono y lo español, el nacimiento de la música hoy conocida como cubana, los grandes pintores, los hermosos salones, los primeros teatros; y por el otro, una Cuba llena de rencores postrevolucionarios, de delaciones, exilios e intrigas políticas que parecen ser el pan de cada día entre los cubanos.