“Ya somos el olvido que seremos”, este verso desencadena una de las tres narraciones que conforman Traiciones de la memoria de Héctor Abad Faciolince. Pero decir narraciones es circunscribir a un ámbito muy corto esas tres piezas, pues se trata de ficciones autobiográficas, como han dado en llamar los especialistas a esta suerte de nuevo género. Ese primer verso citado corresponde a un soneto atribuido a Jorge Luis Borges; soneto que llevaba copiado de puño y letra el padre de Héctor Abad el día que lo asesinaron de cinco tiros en la violentísima Colombia de los años ochenta.
“Un poema en el bolsillo” es la narración-investigación que realiza el autor a lo largo de Estados Unidos, México, Colombia, Chile, Argentina, Francia, España, Alemania y Finlandia, no para dar con los asesinos de su padre, sino para saber si esos versos eran del ciclópeo argentino, o no.
Con la ayuda de amigos escritores, de críticos literarios, de especialistas en Borges y hasta de la mismísima María Kodama, Abad Faciolince se enfrenta no a asesinos, pero sí a los comentarios y ensayos de colegas escritores que lo desmienten y ponen en tela de juicio su aseveración de que esos poemas pudieran ser del autor de El libro de arena.
Al tiempo que esta narración se desgrana, se hilvanan también una serie de reflexiones sobre la memoria: “Una memoria solamente es confiable cuando es imperfecta, y una aproximación a la precaria verdad humana se construye solamente con la suma de los recuerdos imprecisos, unidos a la resta de los distintos olvidos”.
El segundo capítulo está escrito en el mismo tenor, pero es sobre todo una historia de amor, la historia del autor cuando conoce a Lorenza, una mujer bellísima que le paga por clases de español, y que luego se convierte en su amante. “Un camino equivocado” puede ser una confesión o una mentira, no importa, importa el hecho de que el Héctor Abad de Traiciones de la memoria conociera los senos más hermosos que hubiera visto en su vida y que, al mismo tiempo, le sirvieran para ilustrar a todas las mujeres de sus posteriores novelas.
El libro se cierra con “Ex futuros”, una idea de Unamuno que amplía el colombiano para expresar que interesa tanto los hombres que fuimos, como los que no fuimos. Que el hombre que somos ahora, lo es gracias a los diferentes yoes que nos hemos ido creando; pero también a los soñados, a los que no llegaron a ser.
Al terminar de leer este espléndido libro del imprescindible colombiano nos queda algo claro: nos traicionamos tanto a nosotros mismos como a nuestra memoria.