/ miércoles 11 de marzo de 2020

Babel y laberinto/Anatomía de un instante de Javier Cercas

La obra del autor es una anécdota que intenta recuperar la historia española durante la Guerra Civil

Con Soldados de Salamina Javier Cercas –después de haber publicado El móvil, El inquilino y El vientre de la ballena– se convirtió en un autor mundialmente reconocido. Autor de la generación inmediatamente posterior a la de los grandes novelistas españoles vivos (Enrique Vila-Matas, Javier Marías, Antonio Muñoz Molina), Javier Cercas es dueño de una capacidad impresionante para contar historias. Es un contador de historias puro; la apuesta estética de Cercas es, sin duda, por la historia; y no es porque desprecie la bondad del lenguaje, los juegos sintácticos, o las innovaciones lingüísticas, sino porque lo que le interesa a Cercas es contar una historia.

Después vino La velocidad de la luz, otra novela que de alguna manera utilizaba la fórmula de Soldados…, igual de efectiva, igual de brillante. Copiándose a sí mismo, Cercas lograba superarse y nadie podía asegurar que se repetía sin transformarse.

Soldados de Salamina le dio a Javier Cercas los premios Qué Leer, Premio Crisol, Premi Llibreter, Premio Librería Cálamo, Premio Salambó, The Independent Foreign Fictio Prize, Premio Grinzane Cavour, Premio de la Crítica de Chile, Premi Ciutat de Barcelona, Premio Ciudad de Cartagena, Premio Extremadura. Como se ve, Soldados de Salamina fue un acontecimiento sin precedentes en la narrativa española. Y lo sabrá el lector al leer Anatomía de un instante; lo mismo sucede con este libro que, aunque no es una novela, es una crónica narrativa que a ratos se funde con el ensayo.

Si en Soldados de Salamina nos enfrentamos a una anécdota que intenta recuperar la historia española durante la Guerra Civil, en el caso de Anatomía de un instante el lector es testigo de aquel intento de golpe de estado en el que Adolfo Suárez permaneció sentado la tarde del 23 de febrero en su escaño del Congreso de Diputados español.

Es cierto que es la palabra del lector la que vale para que un libro se vuelva un éxito de ventas, pero eso también está regido, en cierto sentido, por los comentarios de los grandes escritores vivos. Son conocidos los juicios que los premios Nobel Mario Vargas Llosa, Doris Lessing o J.M. Coetzee han dicho sobre la obra de Cercas, y por si fuera poco, el recientemente fallecido George Steiner dijo que la narrativa de Cercas “debería convertirse en un clásico”.

Con Soldados de Salamina Javier Cercas –después de haber publicado El móvil, El inquilino y El vientre de la ballena– se convirtió en un autor mundialmente reconocido. Autor de la generación inmediatamente posterior a la de los grandes novelistas españoles vivos (Enrique Vila-Matas, Javier Marías, Antonio Muñoz Molina), Javier Cercas es dueño de una capacidad impresionante para contar historias. Es un contador de historias puro; la apuesta estética de Cercas es, sin duda, por la historia; y no es porque desprecie la bondad del lenguaje, los juegos sintácticos, o las innovaciones lingüísticas, sino porque lo que le interesa a Cercas es contar una historia.

Después vino La velocidad de la luz, otra novela que de alguna manera utilizaba la fórmula de Soldados…, igual de efectiva, igual de brillante. Copiándose a sí mismo, Cercas lograba superarse y nadie podía asegurar que se repetía sin transformarse.

Soldados de Salamina le dio a Javier Cercas los premios Qué Leer, Premio Crisol, Premi Llibreter, Premio Librería Cálamo, Premio Salambó, The Independent Foreign Fictio Prize, Premio Grinzane Cavour, Premio de la Crítica de Chile, Premi Ciutat de Barcelona, Premio Ciudad de Cartagena, Premio Extremadura. Como se ve, Soldados de Salamina fue un acontecimiento sin precedentes en la narrativa española. Y lo sabrá el lector al leer Anatomía de un instante; lo mismo sucede con este libro que, aunque no es una novela, es una crónica narrativa que a ratos se funde con el ensayo.

Si en Soldados de Salamina nos enfrentamos a una anécdota que intenta recuperar la historia española durante la Guerra Civil, en el caso de Anatomía de un instante el lector es testigo de aquel intento de golpe de estado en el que Adolfo Suárez permaneció sentado la tarde del 23 de febrero en su escaño del Congreso de Diputados español.

Es cierto que es la palabra del lector la que vale para que un libro se vuelva un éxito de ventas, pero eso también está regido, en cierto sentido, por los comentarios de los grandes escritores vivos. Son conocidos los juicios que los premios Nobel Mario Vargas Llosa, Doris Lessing o J.M. Coetzee han dicho sobre la obra de Cercas, y por si fuera poco, el recientemente fallecido George Steiner dijo que la narrativa de Cercas “debería convertirse en un clásico”.

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