Babel y laberinto/Velódromo de invierno de Juana Salabert

La ganadora del Premio Biblioteca Breve en 2001 logra ser reconocida con este libro como una de las mejores autoras de lengua española

Rodolfo Mendoza|Colaborador

  · miércoles 20 de noviembre de 2019

Agencia|EFE

Ya se sabe que los premios no siempre indican la verdadera calidad literaria. A muchos impacientó que año tras año no le fuera concedido a Jorge Luis Borges el Premio Nobel y se le otorgara a autores que hoy están en completo olvido. Sin embargo, hay premios en nuestra lengua que se han caracterizado por ser verdaderamente honestos con la labor literaria, sin importar factores fuera de las letras. Como ejemplo el Premio Biblioteca Breve de la editorial Seix-Barral. Carlos Barral, como recordará el lector, es de los editores míticos de nuestro idioma y que junto a Einaudi (de Italia) y Gallimard (de Francia) formó la triada regida por los apellidos más notables de la edición en el siglo XX (a la que podríamos anotar en nuestra lengua a Herralde, Siruela, Tusquets o Muchnik).

Pues el Biblioteca Breve desde su fundación en 1958 no ha parado de reconocer a los verdaderos escritores de nuestro idioma (con el lapso de 1973 a 1998 en que no se otorgó): Luis Goytisolo, García Hortelano, Caballero Bonald, Vargas Llosa,Vicente Leñero, Cabrera Infante, Juan Marsé, Carlos Fuentes, Juan Benet o Jorge Volpi, por mencionar a algunos.

Con un jurado integrado en el 2001 por Guillermo Cabrera Infante, Pere Gimferrer, Luis Goytisolo, Almudena Grandes y Jorge Volpi, el Biblioteca Breve le fue concedido a Juana Salabert, autora española nacida en el París de los años sesenta. Salabert ya era reconocida por la espléndida novela Mar de los espejos y Arde lo que será (finalista del Nadal); aunque fue con Velódromo de invierno que la crítica y los lectores se rindieron ante una de las mejores autoras de nuestro idioma.

Velódromo de invierno es la historia de Ilse Landerman, una chica judío-alemana que logra escapar de la muerte en el terrible campo de concentración de Auschwitz. La novela transcurre en dos terrenos temporales: por un lado los recuerdos de toda una vida que son evocados desde el año 1992 y por el otro el tiempo real de cuatro días que vive Ilse en el París recién ocupado de 1942.

En casi todos los países occidentales se han escrito historias dolorosas sobre los años de guerra; sin embargo ésta es una de las más desgarradoras.

Uno de los elementos que más inquietarán al lector es cuando ve fundida en esos dos planos la memoria y la realidad. Se dará cuenta de que la memoria también es olvido y que al menos en nuestro recuerdo la vida pudo ser diferente.