En el pueblo mágico de Naolinco, uno de los atractivos para los paseantes es la botica “La Purísima”. Surgida en 1907, no solo es una de las más antiguas del país sino un espacio que ahora es promocionado como un pequeño museo de la familia Bartolomé Mesa.
¿Qué se puede encontrar en la botica “La Purísima” de Naolinco y dónde se ubica?
Aunque sigue dando servicio como farmacia o botica, llama especialmente la atención por la conservación de instrumentos, recipientes, libros, tarros, morteros, pipetas, fórmulas de procedimientos farmacéuticos y sustancias herbolarias y minerales.
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Fundada por el farmacéutico Narciso Bartolomé y Abigail Muñoz, fue atendida primero por el matrimonio y luego, durante cerca de 60 años, por el hijo de esta pareja, Martín Bartolomé Muñoz.
La botica, ubicada en la calle Revolución del pequeño municipio, conocido por la manufactura artesanal de calzado, tiene como dato oficial que la historia de esta droguería tiene como principal impulsor al español Gonzalo Recio Ascencio.
Señalan que fue en 1907, cuando el farmacéutico le sugirió a Felipe Sánchez el establecimiento de una botica en Naolinco, idea que fue aprobada y que prosperó.
Para 1928, llega el español Narciso Bartolomé como ayudante de Gonzalo Recio, quien con el paso de los años enferma y deja en forma definitiva la atención a su colega y paisano.
Narciso transmite sus conocimientos a su hijo Martín Bartolomé, quien fallece en 2018. Tras la partida, “La Purísima” mantiene sus puertas de madera abiertas a personas de todas las edades en quienes despiertan la curiosidad los frascos con líquidos de colores llamativos colocados en la entrada principal.
Entre callejones, la tranquilidad del pueblo y la cotidianidad de sus habitantes, acceder al museo particular es remontarse al pasado y ver también cómo eran anunciados algunos de los productos que en su momento fueron la novedad.
Lo que ahora puede resultar chusco, antes no lo fue. El mejoral para niños en tamaño pequeño era presentado como de gran utilidad, “sin necesidad de dividir ni manosear tabletas”.
“Mantiene inalterable su rico sabor hasta la última partícula, evitando los ruegos de las madres y caras feas de los niños”, decía un cartel que promovía el mejoral sabor vainilla. También se puede ver un cartel que indica para la “debilidad genital”, “nada como el Jerez Lukol, el afrodisiaco, el gran vino de Iohimbina”.
En “La Purísima” mencionan que parte importante de la historia de un pueblo son esos lugares o tiendas donde se preparan medicinas, las boticas a las cuales la gente asistía en busca de un remedio para el alivio del padecimiento físico.
En estos sitios se encontraba desde un ungüento, loción o jarabe hasta drogas como la morfina y cocaína, utilizadas como medicamentos. También había quienes solo acudían para pedir un consejo.
“Las boticas del pasado eran verdaderas instituciones donde el boticario representaba una figura importante de quien dependía el estado de salud de una buena parte de la población, también tenía la misma autoridad y prestigio de un médico, ya que los vecinos acudían a él en primera instancia”.
En febrero de 2024, la botica tiene 117 años y permanece como un reflejo de tiempos pasados. Los habitantes del pueblo mágico dicen verla con cariño y orgullo, tanto como el que les dan su gastronomía, sus dulces típicos y la elaboración de productos de piel.