Desde los 10 años, Martha de León Pérez aprendió a tejer con su madre en la comunidad El Tajín, del municipio de Papantla. Empezó tejiendo para otros, pero desde los 15 años dibuja, diseña, corta la tela, cose y borda sus prendas para venderlas a quienes la aprecian las blusas, vestidos y bolsas que elabora.
Tejer y coser son labores que son parte de las tradiciones de las mujeres papantecas. Expresa que enseñó a sus hijas y se siente orgullosa de esta actividad, pero lamenta que no todos realmente valoren el trabajo que realiza durante días y semanas para confeccionar las prendas, bolsas y manteles que elabora.
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De visita en Xalapa para comerciar sus prendas en los bajos del Palacio de Gobierno, comenta que vino invitada por sus compañeras artesanas.
Ardua labor elaborar piezas tradicionales papantecas
Su trabajo no es fácil, “porque todo lo hago yo”. Empieza por dibujar el diseño, cuenta con innumerables dibujos, pero eso le lleva varios días, porque debe cortar la tela, en las distintas medidas que maneja, después debe coser las partes y después pasar a la parte artística que es plasmar las imágenes y bordarlas de los colores que escoge. Cada pieza es distinta, porque va variando dibujos y colores.
Muchos mayoristas mandan a bordar y, para ello, les pagan a mujeres jóvenes por bordar, “pero en mi caso yo trabajo cada una de las piezas que vendo”.
Originaria de El Tajín, comunidad perteneciente al municipio de Papantla, comenta que desde niña veía a su mamá bordar, “yo aprendí viendo, empecé a hacerlo a los 10 años, pero lo hacía para otros, a los 13 ya empezaba a pensar en sus propios diseños, se independizó a los 15 para hacer sus piezas”.
Para mantener la tradición enseñó a sus hijas mujeres a bordar. “Recuerdo que cuando empecé ganaba 10 pesos por pieza, era mal pagado, por eso me independicé”.
A sus 51 años, considera que muchas personas no valoran su trabajo y buscan regatear el precio, “nuestros precios son accesibles y justos, por eso no entiendo ni acepto que me quieran pagar menos por un trabajo que es artesanal y hecho con toda la riqueza cultural de su pueblo”.
“Yo junté mi dinero para tener mis propias prendas y quiero que quienes se lleven alguna prenda sepan el trabajo de fondo que realicé, se hizo con toda la calidad posible y con diseños que guardan toda la belleza de mi pueblo”.
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Lamenta que pocos aprecien y valoren su costo, “la verdad es que yo no rebajo mi trabajo, porque me cuesta mucho, me desveló para bordar los dibujos y para coser las piezas, así que defenderé eso siempre. Me siento a bordar cuando tengo pedidos, pero tengo que hacer otras actividades y a este negocio dedico muchas horas cada día”.
De los costos, comenta que tiene bolsas bordadas desde 150 pesos, vestidos en 400 pesos, blusas de varios costos y trae un mantel para la mesa en 900 pesos.