El hallazgo de un canal de aguas pluviales sobre la calle Revolución en el centro de Xalapa es una evidencia cultural, por lo que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) debería tener la oportunidad de realizar un trabajo de investigación y brindar certezas en el corto plazo sobre su temporalidad y su uso, consideró el ex cronista de la ciudad, Vicente Espino Jara.
Expuso que es un derecho cultural de los xalapeños conocer sobre su pasado, por lo que consideró que esta es una oportunidad para ello y que se le permita a las autoridades, conocedores e investigadores del INAH, definir qué es lo que se encuentra ahí, a qué temporalidad pertenece y qué función tuvo originalmente.
¿Qué opina el ex cronista de la ciudad, Vicente Espino Jara sobre el canal de aguas pluviales en la calle Revolución de Xalapa?
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“Estoy convencido que estamos ante una evidencia cultural, lo que aparece después de que se hundió el suelo. Es un canal pluvial, efectivamente, lo dice correctamente el alcalde. Desde luego que tenemos que remontarnos a la historia de esta ciudad, que nos ha caracterizado por un clima lluvioso”.
Narró que, si bien ahora llueve menos, hace 100 años y más atrás, llovía con mucha intensidad, por lo que se tuvo que pensar en la manera de canalizar y conducir el agua de lluvia.
“Yo comento que en una buena parte del siglo XIX y parte del XX había un refrán que cuando a uno le preguntaban cómo era el clima de Xalapa, las personas contestaban que eran tres meses de aguaceros, tres meses de lluvia, tres meses de lodo y tres meses de todo. Es decir, un año lluvioso y lo constatamos con los recuerdos que dejaron escritos muchas personas”.
Sostuvo que ahora el planteamiento es hacia dónde se conducía esa gran cantidad de lluvia ya convertida en agua sobre los pisos de la antigua ciudad.
“Había que buscar alternativas en esta, hoy lo llamaríamos, en esta infraestructura urbana para canalizar y conducir las aguas, pues de manera natural ya vienen bajando por los declives que vienen desde el cerro para finalmente llegar a la parte baja en donde está esta reserva de aguas que es la primera parte del lago de El Dique y las corrientes fluviales que en aquellos años todavía había en algunas calles”.
Por ello, consideró que se debería dar la oportunidad al Instituto Nacional de Antropología e Historia, a los investigadores para que hagan una excavación y un trabajo de investigación, que sea breve, pero que permita tener información y certezas en cuanto al hallazgo.
“Es evidente que es un conducto de agua en el que hay mano de obra humana y que no olvidemos que estamos en un suelo que tiene una buena parte de arena y otra parte rocosa; creo que la respuesta es muy oportuna, muy correcta”.
Así, consideró que los xalapeños deberían asumir una responsabilidad compartida para saber de su pasado.
“Que se haga una investigación por los especialistas del Instituto de Antropología y sus arqueólogos y podamos determinar en poco tiempo cuál era la función de este espacio con certeza, especulamos, no estamos lejos de la verdad, pero qué mejor tener la oportunidad de que ellos nos informen cuál es el hallazgo, qué encuentran, qué materiales, qué temporalidades y entonces agregarle un dato más formal a la memoria de nuestra ciudad”.
Refirió que, aunque no se tiene certeza del tiempo que podría tener ese canal, la ciudad se fue edificando de buena parte en el siglo XVI e incluso existe un documento de 1580 donde ya el pueblo de Xalapa está formado, “conforme va creciendo, también las necesidades se fueron dando”.
Por ello, dijo que entonces, el tema de la abundante lluvia, tenía que ser resuelto como sucede hasta hoy, a través de las obras de gran inversión.
“Ahora imagínense hace 300 o más años cómo lo resolvían los xalapeños de aquel entonces. Creo que es una gran oportunidad para conocer con mayor profundidad cómo resolvían estos implicados problemas de la lluvia, hacia dónde canalizarla y cómo conducirla para dar certezas a los habitantes”.
No descartó que pudiera haber más canales de ese tipo, pues recordó que cuando se reparó la calle de Enríquez, el primer tramo, lo que fue la calle Real, las piedras que ahora sirven de asientos cubrían justamente otra acequia o canal pluvial que conducía aguas "y que viene por toda esta calle y que seguramente a lo mejor se vayan encontrando unas con otras para ir conduciendo y dando salida correcta a la lluvia”.
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