Ni el frío ni el intenso tráfico, que daba cuenta de la efectividad del consumismo del “Buen Fin”, resultaron motivos lo suficientemente fuertes para impedir que familiares, amigos, comunidad artística de Xalapa y público general se congregara el pasado 15 de noviembre en el Teatro La Libertad para rendir homenaje a Carlos Converso, especialista en teatro con objetos y títeres con más de cuarenta años de trayectoria.
A diferencia de los homenajes institucionales, éste podría ser descrito como un “apapacho” y un agradecimiento, no solo al artista y maestro, sino al compañero de andanzas, al ser humano que está en constante búsqueda de qué hacer en la vida y con su vida; al hombre que ha dedicado su tiempo y esfuerzo al arte, pero que aún, de vez en cuando, continúa preguntándose si vale la pena hacer lo que hace, cuando afuera no cesan ni la violencia ni la injusticia.
Antes del acto de camaradería, de constantes aplausos y de remembranzas, Converso dejó claro por qué era digno de reconocimiento.
El ensayo del titiritero inició. No había duda, estábamos ante alguien que muestra dominio y maestría en la técnica de animar un títere, que logra además crear historias que invitan a la reflexión, pero que son al mismo tiempo una oportunidad para reír, para disfrutar, sin tener que ser necesariamente un público especializado.
Carlos Converso habló de la vejez, de la cercanía de la muerte y el valor del arte. Con tintes autobiográficos, se confrontó con su sombra, sus fantasmas y temores.
Al concluir su “ensayo”, hubo un prolongado aplauso y el reconocimiento de Abraham Oceransky hacia quien considera “un libro abierto del que muchos han tomado conocimiento para desarrollarse artísticamente. No uno, muchísimos que ahora se dedican a contar historias con títeres".
Soy un observador y veo que Carlos Converso es el primer eslabón de una gran cadena... Cuando pasan los años y pasamos las páginas de la vida, nos damos cuenta quiénes son los primordiales, los que abren un camino, los que son líderes en una masa de artistas. Se nota quién es el pionero de una serie de ideas, de herencias que se van dejando a una comunidad.
Conmovido, pero con la seriedad que le caracteriza, el maestro escuchó atento lo que también expresaron su amigo Joaquín López Chapman y la actriz Aline Menasse, quien además es su cuñada.
Tras las anécdotas, las risas del público y las flores que Liliana Hernández le entregó, el maestro agradeció el gesto tan genuino que Oceransky tuvo con él; sonrió al compartir que un día recibió una llamada de Abraham, quien le dijo que en sueños había escuchado una voz que le decía que debía hacerle un homenaje. Y allí estaba, junto a la placa de El ensayo del titiritero…
A la velada fría, que se tornó más cálida de lo imaginado, asistieron referentes de la escena como Yaco Guigui, Constanza Alfaro, Martín Zapata y el investigador Antonio Prieto Stanbaugh. También, la literata e historiadora de arte Nidia Vincent.
Tania Hernández, Fernando Soto, Rubén Reyes, Alicia Petrilli, entre otros artistas, familiares y público general, fueron convocados a un brindis por Carlos Converso, quien lo ha dado todo en los escenarios locales, nacionales e internacionales.