Carlos Miguel Prieto forma parte de una particular familia musical y coincidentemente tiene en mi vida un especial eslabón que ya explicaré. Su padre es Carlos Prieto, el más visible chelista mexicano y uno de los más entusiastas promotores de nueva música contemporánea al igual que su hijo, quien prefirió ser conductor de orquesta colocándose a lo largo de los años como el titular de la Orquesta Sinfónica Nacional y de la Orquesta Sinfónica de Minería, entre otras alrededor del mundo.
Y es precisamente con Minería que ha logrado lo que ningún director mexicano había logrado hasta hoy: Una grabación editada por el sello Deutsche Grammophon, baluarte de la industria mundial.
Por eso mi primera pregunta fue alrededor de la importancia de este logro y su repercusión en la cultura musical con los modernos públicos aficionados a la digitalización y a las ofertas globales:
“Es un verdadero honor para la Orquesta Sinfónica de Minería y para mí haber logrado que los productores nos hayan considerado para este disco con Pacho Flores en las condiciones que son únicas en muchos sentidos, ya que tenemos los músicos de primer nivel y la capacidad de conseguir que Paquito D´Rivera (legendario saxofonista cubano) venga a los ensayos de su Concierto Venezolano”.
“Cada uno de los conciertos del disco tiene una instrumentación completamente diferente y peculiaridades tan extrañas como un bajista de jazz o un pianista de salsa o incluso una músico especialista en maracas con capacidad de improvisar. Y resulta que la Orquesta de Minería tiene todo eso, por ejemplo un chelista paraguayo es un excelente maraquero, nuestra sección de percusiones es extraordinaria, yo acabo de dirigir una obra de Gabriela Ortiz en México y un mes después con la Orquesta de Chicago y te puedo decir que nuestra sección es espectacular… Todo esto que se planeaba en el papel pero a la hora de la verdad en las grabaciones mostramos un entusiasmo y un ambiente de trabajo perfecto para realizarla”.
Y me imagino que la química también tuvo algo que ver en el resultado.
Gracias a que hicimos una larga gira por Europa tocando este mismo concierto con la Orquesta Sinfónica Nacional, junto a Pacho en la grabación, resultó una perfecta comunicación musical para ejecutarla de la mejor forma. Sabíamos junto con los productores que resultaría algo muy positivo ya que además no todos los ensambles pueden trabajar para la grabación en sesiones de tres horas y media en los Estudios Churubusco, que resulta un lugar muy interesante por la disposición espacial de los músicos siguiendo los criterios de la Deutsche Grammophon.
Carlos asegura que las sesiones de grabación fueron antes de la pandemia y que decidieron esperar para organizar todo un evento para tener público presente, y que tuvieran el disco físico en un esfuerzo por combinar la ejecución en vivo y la presentación formal, incluyendo a uno de los compositores presentes como Daniel Freiberg.
Supongo que entonces tuvieron a los compositores muy cerca de las sesiones de grabación.
Imagínate, tuvimos a Arturo Márquez, el compositor del Concierto de Otoño; a Daniel Freiberg como lo mencione con Crónicas Latinoamericanas, además de Paquito D´Rivera tocando en su propio Concierto… El resultado musical creo que fue espectacular con una gran calidad de sonido, el virtuosismo de la orquesta y creo que un factor importante es lo idiomático que se escucha a la Orquesta Sinfónica de Minería tocando de forma tan especial esta clase de música.
¿Crees que el idioma fue decisivo? Porque has grabado a ambos, Boris Glitburg (pianista ruso) y a Gabriela Montero (venezolana) en el Concierto No. 2 de Rachmaninov con diferentes orquestas.
Creo que hay particularidades en la música que requieren de una preparación extramusical diferente, por ejemplo Mendelssohn es un compositor de dominio mundial pero evidentemente habrá orquestas alemanas que lo tocan mucho y por ello su destreza técnica puede ser mejor para sus obras, pero igual lo puedes lograr con una orquesta norteamericana… En este disco hay conciertos del más alto nivel de composición pero cuyo idioma es muy específico para Latinoamérica, ya que hay que saber que es un joropo venezolano, un danzón mexicano o una salsa, momentos especiales que están presentes y que sería muy difícil encontrar tal capacidad para superar ese reto en una agrupación alemana y no estoy diciendo que no pueden lograr una versión notable pero costaría más el tiempo explicarles en los ensayos.
“Aquí tienes a la orquesta no sólo completamente seguros ejecutando sino también disfrutándolo enormemente. Durante la grabación tuvimos muchas ocasiones donde cambiamos el giro ya que teníamos 18 tipos diferentes. Por ejemplo, yo mismo tengo una colección personal y eso se reproducía con las maracas, no todas son iguales, hay venezolanas o paraguayas (que por cierto son las utilizadas por Rodrigo Duarte en esta grabación) y así ejemplos diferentes como el contrabajista latino Luri Molina, muy conocido en el ambiente del jazz mexicano, inmediatamente entendió el idioma… Todo esto funcionó perfecto cuando Paquito se dio cuenta de la calidad de orquesta involucrada, además de que tuvimos la oportunidad de tocar estas obras en concierto con sus momentos de ensayos que lograron una gran comunión. Algunos nos conocemos por nuestros segundos o terceros nombres… Muchos instrumentistas venezolanos conocen a Pacho desde niños y eso va formando un expertise que difícilmente sería posible en Suecia”, añade.
Carlos Miguel Prieto considera que este es un disco histórico por todo lo acumulado en él, como la cantidad de músicos con los que contaron:
“Pacho y yo hemos hecho estos conciertos en otras partes, por ejemplo en Brasil, Estados Unidos y en España, y en todos los casos nos alegramos de haber grabado el disco aquí después de una larga temporada con la relación entre todos incluyendo el staff… Sentía que teníamos que tomar la oportunidad, aunque fuera una aventura cara ya que sería muy difícil conjuntar y recrear todos los elementos otra vez.
Asimismo, destaca el hecho de hubo muchos factores intangibles, como el hecho que un chelista venezolano tocara maracas paraguayas, algo impensable en una orquesta europea, o cosas particulares que conjuntan la emoción algunas veces no presentes en las grabaciones profesionales actuales, sin ese elemento presente en los conciertos.
Con estudios en Princeton y Harvard, Carlos Miguel Prieto conjunta además de su tradición familiar un nivel de preparación muy adecuado a su perfil con algunas de las más prometedoras orquestas internacionales, algo que no lo ha desviado de promover ciclos completos de Beethoven o Haydn con sus orquestas mexicanas además de sus incursiones con diferentes sellos grabando Bruch, Korngold, Elgar y Shostakovich.
¿Cómo fue el proceso de grabación en los Estudios Churubusco?
Los ingenieros eran un sueco y un alemán de Deutsche Grammophon, el stage fue uno de los más grandes de Churubusco y cada vez que salíamos a tomar el café nos encontramos con la estatua de Cantinflas. Fue realizada con los mismos estándares utilizados en Viena o en cualquier parte de Europa por lo que contábamos que lograrían una gran calidad de sonido… Con su calidad técnica al grabar a tanta orquesta de primer nivel que tienen una serie de reglas muy estrictas y difíciles, a veces casi imposibles de lograr como solo grabar cada hora 15 minutos efectivos de música. Para los productores son restricciones personales de experiencia aunados con condiciones sindicales de cada país.
Asegura que con suerte esto no se dio en Churubusco, donde tocaban una hora y media sin parar grabando 25 tomas sin trabas y con un gran entusiasmo por parte de todos, que también lograron que el 90 por ciento del disco haya sido grabado en tomas largas, algo impensable para los estándares europeos.
“Una parte muy peculiar fue que los solistas tienen una increíble capacidad de improvisación, logrando grabar nunca una toma igual… Todos eran diferentes con riquezas insospechadas. Si te pones a escuchar los últimos dos minutos del Concierto de Paquito, de la cadencia hacia el final, con audífonos puedes escuchar a Pacho y a Paquito en una improvisación que grabamos diez tomas y cada una fue diferente. Y no por una cuestión técnica de no lograr las notas sino por diferentes caminos. Me acuerdo que prefería una en particular y coincidentemente fue la elegida, subraya.
Hablando de logros, ¿que se siente formar parte del selecto grupo de mexicanos que han formado parte del elenco de este legendario sello de la etiqueta amarilla?
En realidad no te da mucho tiempo para pensarlo, además mi vida va a mil por hora y no me paro nunca a reflexionarlo. Creo que me cayó el veinte durante la pandemia, donde tuve un espacio de meditación personal y cuando se volvió este proyecto una grata memoria, un recuerdo de los mejores tiempos que entonces se sentían perdidos… No en forma fatalista, sino que todos los músicos recordamos este evento como único en la vida. Inclusive organizamos un concierto en Bellas Artes solo unos días de anticipación que se llenó completamente tocando estos conciertos.
“No me siento nunca especial yo mismo si no me siento afortunado de involucrarme en este proyecto donde inclusive los compositores estuvieron presentes para darnos consejos en la grabación. Me siento contento de haber liderado este proyecto desde sus inicios y haber trabajado hasta que salió porque es algo que honra a una orquesta mexicana. Muchos de ellos han escuchado la grabación y me han dicho que es una ocasión memorable para todos”, agrega.
¿Y existe algún otro proyecto con Deutsche Grammophon?
Estoy viendo si podemos grabar obras de Gabriela Ortiz con la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, ya que he hecho estrenos en Estados Unidos y muchas otras cosas provenientes del repertorio latinoamericano que se encuentra olvidado… Estoy interesado en grabar obras de Silvestre Revueltas no tan conocidas. Y en armar un integral con obras pequeñas como Alcancía, Colorines, aprovechando que esta generación tiene mucho que decir, aprovechando ese idioma especial.
Al final, quise mencionarle que la música tiende a convertirse en un dúctil puente entre las personas formando una comunión invisible. Particularmente guardo una con la familia Prieto, ya que mi primera cita con la que desde hace más de 30 años es mi esposa, fue precisamente para un concierto de su papá, Carlos Prieto, interpretando las sonatas integrales de chelo y piano de Beethoven en la Sala Nezahualcóyotl, un evento que marcó mi vida por siempre… Huellas indelebles como tal vez resulte haber logrado una grabación por primera vez comandada por un mexicano para Deutsche Grammophon, que se logró gracias al cariño y a la consumada preparación que ejerce Carlos Miguel Prieto al hacer música.
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