Entre los primeros homínidos, la necesidad del vestido surge por una razón práctica: protegerse del clima y de otras amenazas de la naturaleza. Con el desarrollo de la civilización empieza a aparecer, así sea muy rudimentaria, la idea de “moda” y, sobre todo, la posibilidad de manifestar las diferencias sociales a través del vestido.
La evolución de las prendas de vestir oscila, según la época, entre la sencillez del peplos o del quitón griego y el abigarramiento del barroco o el vestuario femenino decimonónico.
Ahora bien, desde la aparición del teatro en el siglo V a C, el vestuario forma parte de la parafernalia que rodea al actor. Siendo un arte en gran medida visual, ya Aristóteles considera el vestido como un elemento fundamental del aparato escénico.
Según una de las teorías fundamentales de la teatrología, todo lo que aparece en escena significa algo, desde los decorados escenográficos hasta los objetos más pequeños de la utilería. Así, el vestuario nos sirve, en principio, para identificar el carácter o la posición social del personaje: identificamos al rey por la corona, al militar por las armas y el uniforme, pero también a las doncellas o mucamas por la cofia y a los sirvientes por la calidad y la forma de sus ropas.
En el Siglo de Oro se cuentan anécdotas de personajes de la nobleza que obsequiaban a los actores las prendas de vestir que desahuciaban (generalmente muy bien conservadas y a las que el rechazo tenía más que ver con el hartazgo que con el deterioro).
Hasta principios del siglo XX, el actor era contratado con todo y su vestuario. Debía poseer un frac o vestido “de noche” para los personajes aristocráticos, un “traje de calle” para los de clase media y uno más sencillo para los criados o sirvientes.
Con la aparición de la dirección escénica como la conocemos actualmente, aparece también el interés por la precisión histórica en cuanto al vestuario.
En escena, en resumen, el vestuario no es sólo una cubierta para el personaje, es más que la piel del personaje, es también un conjunto de símbolos o de signos que nos transmiten un cúmulo de información sobre el personaje, sobre la época, sobre el lugar de la acción y muchas cosas más.
*Invitado especial. Actor, director de teatro y fundador de Candileja, Centro de Documentación Teatral.
Literateatro expone foto y vestuario
El texto sobre el vestuario escrito por el maestro Francisco Beverido acompañará a la exposición Guardarropía del grupo Literateatro, que será inaugurada hoy a las 17 horas, en el espacio expositivo Ernesto “Pelón” Bautista de Casa del Lago UV.
Ésta es una compañía teatral independiente formada en 2001 por Mercedes Huerta, que brinda formación e iniciación al arte teatral a niños y jóvenes de 6 a 16 años de edad. Produce anualmente dos espectáculos teatrales que se presentan en diversos escenarios contribuyendo así a la formación de nuevos públicos.
En cada puesta en escena se persigue el objetivo de aportar disciplina y profesionalismo al trabajo de los pequeños mediante un proyecto colectivo y sistemático, donde el desarrollo de la creatividad, habilidades, actitudes y conocimientos fortalecen el trabajo en equipo.
Para cada una de las producciones se confecciona un vestuario específico, una nueva piel con la cual cada actor encarna su personaje.
Aunado a esto, en el centro de documentación teatral Candileja, el fotógrafo Luis Marín realiza el registro de todas las puestas en escena que efectúa esta agrupación (y otras en Xalapa).
De esa labor conjunta surge la exhibición Guardarropía, que estará abierta al público hasta el 26 de mayo.
Queda hecha la invitación para realizar un viaje por el vestuario y fotografías de las propuestas teatrales de Literateatro a lo largo de años recientes. Los horarios en que podrá visitarse esta colección son de lunes a viernes de 9 a 15, y de 17 a 19 horas, y fines de semana de 11 a 15 horas.