“Me interesa proponer nuevas maneras de amar, de enfrentar la sensualidad y decir el deseo”, afirma Maritza M. Buendía, quien recientemente publicó su novela Cielo cruel cuyo título toma de un verso del poeta zacatecano Ramón López Velarde.
“En el poema dice ‘cielo cruel y tierra colorada’, en referencia al cielo tan violentamente azul que tenemos en Zacatecas y cómo contrasta con la tierra, que sí es colorada, por el tipo de cantera. Esta frase me gusta mucho como oposición, para el espacio donde suceden las historias de mis personajes”, explica en entrevista con El Sol de México.
Con una narrativa poética, sus protagonistas se cuestionan “si lo que dicta la sociedad, lo que dicen las tradiciones o la cultura es lo adecuado para ellas y finalmente van a hacer su propia propuesta amatoria”.
En Cielo cruel, tres mujeres de una misma familia, la abuela, la madre y la hija, experimentan el deseo y la sensualidad de formas distintas. La abuela, una mujer de la época posterior a la revolución, que es capaz de encontrar el placer por sí misma, “lo cual es trasgresor para su tiempo”. La madre, transgrede el sentido del matrimonio y convive con su esposo y su mejor amiga al mismo tiempo. La mujer más joven, se enamora de un hombre menor, que nació justo cuando ella conoció el mar.
“Creo que el momento es más que oportuno para que empecemos a entender el mundo a través de otras vertientes, como el deseo, nos urgen otras maneras de amar, de concebir el erotismo, y creo que mi novela busca eso, cómo posicionarnos en este mundo, volver a adueñarnos de lo que nos toca a las mujeres, que es nuestro cuerpo y nuestro pensamiento, no es una historia del deseo corporal solamente, sino cómo explorar el mundo a través de los sentidos”, apunta la autora.
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Tras reconocer que aún existen prejuicios respecto al deseo femenino, por “las cosas que no se dicen”, Maritza M. Buendía señala cómo el guardar silencio es una consecuencia de “cómo se nos ha enseñado a amar, cómo se nos ha enseñado qué es el sexo, el erotismo, y necesitamos decir otras maneras de amar, no nuevas, porque siempre han existido, pero que sí se puedan decir de una manera más abierta en contra del orden institucional”.
Con su nueva novela, la autora espera contribuir “a que haya más apertura, respeto, mayor tolerancia, darnos cuenta de que no todo tiene que ser de una sola manera, los seres humanos estamos llenos de matices. El lenguaje te permite crear ese artificio, una elaboración en torno a algo que a lo mejor en otro contexto puede resultar demasiado crudo, o evidente”.