Recuerdo la primera vez que vi a Sofía, mi hija, me comprometí a darle el mejor futuro posible; quería jugar con ella, pero tuve que esperar un par de meses para hacerlo. Después de unas cuantas revisiones con el pediatra y pasando unos días después de su nacimiento, nos indicó que debíamos decidir si se le aplicarían las primeras vacunas: la BCG (tuberculosis) y Hepatitis B. Como nuevos padres es muy común que no tengas ni idea sobre las consecuencias que trae la vacunación, a sabiendas que pueden ser benéficas para la salud, en ese momento te asusta todo y deseas lo mejor para tus hijos, tanto que no quieres que los moleste ni el pétalo de una rosa.
El pediatra, experto en la materia, nos cuestionó si conocíamos la importancia de la inmunización, en ese momento recordé mi pasado, intentando adivinar si mis padres habrían logrado llenar el esquema de mi cartilla de vacunación. Dudando un poco respondí que no lo sabía, con cara de asombro el pediatra mencionó que es de suma relevancia que la sociedad conozca sobre los beneficios y riesgos que tienen las vacunas cuando se aplican. Nos puso un ejemplo con uno de los mejores deportes que a mi parecer ha llegado a existir: el futbol.
El pediatra nos dijo: supongamos que nuestro equipo representa el cuerpo y que el contrincante son las enfermedades que pudiéramos contraer y la información inexacta sobre salud que consumimos hoy en día, los 90 minutos de juego son el tiempo que tenemos de vida, los árbitros nuestros médicos y el balón es la salud. Ahora todo depende de que el director técnico, es decir, los padres, decidan las mejores estrategias, o sea, aplicar o no el cuadro de vacunación, para que se pueda jugar sin que anote gol el equipo contrario.
Desde luego, como seres humanos tenemos una tendencia a la supervivencia y a ser ganadores, por lo que siempre buscamos las mejores técnicas para anotar gol en la vida, a través de conocimiento adquirido que nos permita tomar mejores decisiones para un bien individual y colectivo.
Debemos saber que en la historia de la humanidad hubo brotes y epidemias de enfermedades que cobraron muchas vidas y gracias a los descubrimientos científicos, como las vacunas, hemos tenido una gran oportunidad de disminuir la mortalidad en infantes.
En nuestro país, según la UNICEF, en 1990, de cada mil niños nacidos vivos, 41 morían antes de cumplir los 5 años de edad por falta de vacunación y malnutrición. Para el 2014, por cada mil nacidos vivos, se registraron 15 muertes; representando una disminución del 63%, pero aún esta cifra es alta y muchas de ellas siguen siendo por causas prevenibles.
Algunos de nosotros tenemos hijos y preferimos verlos ganado un partido de futbol que en la cama enfermos, pero a veces nuestras decisiones nos hacen perder el balón sin darnos cuenta y arruinar el partido más importante para ellos… la vida. Una de las estrategias que como entrenadores debemos decidir es la aplicación de vacunas en sus primeros días de vida, para ello debemos estar informados y tomar esta decisión.
Desde el descubrimiento de la primera vacuna contra la viruela, por el inglés Edward Jenner en 1796, iniciaron los movimientos antivacunas conformados por sociedades principalmente de clase baja, quienes no estaban de acuerdo con la inmunización, principalmente por razones de valor religioso, sociales y políticas.
Estos movimientos, aún vigentes, siguen metiendo gol a quien se deje, pero con un cambio de delantera, destacando a la clase media y alta que usa Internet y redes sociales, obtenido el desprestigio de una de las mejores ofensivas que la ciencia ha logrado para anotar un gol por la salud, que son las campañas de vacunación.
Nos viene a la mente el caso de la publicación no fundamentada científicamente publicada por Andrew Wakefield en la revista The Lacent en 1998, que vinculaba la vacuna del sarampión con efectos de autismo en 12 niños inmunizados, ocasionando desconfianza en la sociedad a nivel internacional y la baja en los índices de vacunación en el Reino Unido, permitiendo brotes de enfermedades ya controladas.
Tal publicación resultó un fraude según Eve Dubé, Maryline Vivion y Noni E. MacDonald (2015) en su publicación titulada Vaccine hesitancy, vaccine refusal and the anti-vaccine movement: influence, impact and implications, sin embargo este tema estuvo en boga en las redes sociales por este grupo de sociedad antivacuna y ¿quién de nosotros puede vivir sin Internet hoy en día? La mayoría de quienes tenemos el privilegio de sumergirnos en el mundo de la red, sabemos que el Internet permite la difusión de casos clínicos sin presentar fundamentados científicos o el contexto y que la calidad de esta información se ha vuelto muy variable e inexacta.
Debemos tener muy claro que las vacunas sirven para obstruir los pases peligrosos del equipo adversario; en nuestros hijos una buena organización defensiva impide que el oponente pueda atacar y anotar un gol. Es importante aclarar que no por ser adultos con vacunas aplicadas en la infancia eres inmune a estas enfermedades, al contrario, con el tiempo nuestras defensas pierden condición física y pueden volvernos vulnerables.
La vacuna por si sola es segura y desde luego hay cierta incidencia ocasionada por su aplicación, pero dependerá qué tan fuerte o débil tengamos nuestro sistema inmune para recibir una lesión de nuestro adversario como efecto secundario. Estudios publicados por la UNICEF revelan que las vacunas salvan a más niños que nunca en el mundo, entre 2 y 3 millones de vidas cada año, pero mueren 1.5 millones anualmente a causa de enfermedades como difteria, tétanos, sarampión, tos ferina, entre otras, que pueden prevenirse con una vacunación oportuna.
Debido a las personas que deciden no vacunar a los niños, enfermedades que estaban erradicadas en México como el sarampión, han vuelto a cobrar vidas. Si quieres que tu hijo pueda ser un seleccionado nacional, infórmate y decide la mejor estrategia para ellos y la sociedad, será un gol en el comienzo de un buen partido.