Ciencia y luz / El periodismo en función de la ciencia

La tarea que tienen periódicos, televisión, radio, las instituciones educativas es formar periodistas o divulgadores en ciencia, ponerlos ahí, y esas personas van a inventar cada uno su modelo

Édgar Aguilar*

  · martes 21 de mayo de 2019

Foto: Cortesía

Pablo Correa (Popayán, Colombia, 1978) es editor de salud, ambiente y ciencia en el periódico El Espectador. Es autor de Rodolfo Llinás. La pregunta difícil, biografía sobre la vida de este connotado científico colombiano y su trabajo como neurofisiólogo. Ha recibido múltiples distinciones en su país, entre las que destacan el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en 2016 y 2017.

Vino a México invitado por la Dirección de Comunicación de la Ciencia (DCC) de la Universidad Veracruzana en el marco de la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) 2019. Pablo Correa impartió el Seminario de Periodismo Científico para Mutantes, en donde planteó a los asistentes las distintas variantes y retos del periodismo científico, así como su afinidad con el humanismo y con las demás ramas del conocimiento. A continuación presentamos una entrevista con este periodista especialista en comunicación de la ciencia.


Comunicar la ciencia: ¿divulgador o periodista?

Yo no haría distinciones entre un divulgador de la ciencia y un periodista científico como tal; no le exigiría nunca a nadie un título específico, nada más que la curiosidad y las ganas de querer comunicar la ciencia. Y eso para mí significa que cualquiera que cumpla con ese requisito lo puede hacer, desde un científico ultra especializado hasta un comunicador, un artista, el que sea.

Creo que la tarea que tienen periódicos, televisión, radio, las instituciones educativas es formar periodistas o divulgadores en ciencia, ponerlos ahí, y esas personas van a inventar cada uno su modelo. No hay una sola fórmula. Bueno, hay unos criterios que todos sabemos: la ciencia tiene que comunicarse de una manera entendible, tiene que ser amena, tiene que contarnos historias, y tiene que ser, en la medida de lo posible, visual.

Pero al final, lo que creo que importa es abrir espacios a la divulgación de la ciencia en distintos medios. Y esa persona va a crear su receta. Entonces, es necesario apoyar a quienes les interesa la ciencia y ver qué se inventan en cada medio.

El factor humano en los textos de divulgación científica

Hay un libro que yo leí en la universidad que se llama Cómo contar historias, de Juan José Hoyos, un periodista colombiano. Con ese libro, de texto casi, muchos comunicadores aprendimos. Y hay un ejemplo bellísimo porque él toma el viaje a la luna, y entonces pone dos ejemplos; uno es de un corresponsal de una agencia de noticias que está cubriendo el viaje a la luna y escribe una noticia para la agencia, creo que es France-Presse o una agencia de noticias mundial.

El corresponsal hace un texto en el que cuenta que va a salir de Cabo Cañaveral el cohete tal y con los astronautas tales y hace una descripción. Pero, en esa misma sala en la NASA, está Oriana Fallaci, y ella empieza a reconstruir lo que está sucediendo ahí, con todas las herramientas del periodismo narrativo, con la literatura, y crea un relato tan poderoso como un relato de ficción de García Márquez o de los grandes escritores que admiramos.

¿Y por qué es poderoso? Porque esas herramientas le sirvieron para reconstruir el factor humano detrás de esa noticia de ciencia. Y así pasa con muchos otros grandes relatos de la ciencia: no son sólo los datos que produce la ciencia, es quiénes están detrás de eso y por qué.

El día a día de un editor de ciencia en un medio periodístico

En un día común y corriente yo abro los ojos a las seis, seis y media, y lo primero que hago es empezar a mirar twitter donde tengo listas de revistas de ciencia que yo sigo, y ahí me empiezo a hacer una idea de qué está ocurriendo, qué noticias se están moviendo.

Entre siete y ocho de la mañana tenemos un chat con mi grupo de trabajo, que son otros siete periodistas, y todos tenemos la obligación de compartir entre cinco y diez cosas que vimos que nos parecen interesantes; en ese chat se acumula una lista de casi 40 posibles temas que se van a manejar en el periódico ese día.

Llego al periódico como a las ocho y media, nueve, y mi obligación como editor es hacer una primera selección, y termina en una agenda de ocho cosas. Y de esas ocho cosas ahora hay que ir definiendo quién hace qué y a qué plataformas; entonces hay que definir si eso va a la página web ya, si eso va más tarde, si va a la impresión mañana, o si alguna de esas noticias tiene potencial de convertirse en una historia más grande para el domingo.

También tengo un rol de administrador de todo ese grupo y luego me convierto en un periodista más que debo trabajar algún reportaje o entrevista. Y los periódicos son un caos total porque vas a mil por hora, cambia la agenda, a mediodía hay que estar pendiente de lo que escribió alguien y llevárselo a corregir, a tuitear, pelear por redes con alguien… Son días entretenidos, uno sabe cómo empiezan pero no sabe cómo terminan.

Géneros periodísticos en función de la ciencia

En mi vida como periodista, que ya van 15 años, sólo he hecho dos entrevistas que valen la pena. El resto pueden botarse a la basura. He hecho tal vez unos cuatro o cinco reportajes que valen la pena. La crónica me puede costar un poquito más de trabajo; la crónica quizá exige más habilidades narrativas distintas a las que yo puedo tener; el reportaje, como puede ser más argumentativo, en eso me puedo desempeñar más fácil.

La entrevista al final es muy difícil; hay entrevistas buenas pero son muy difíciles, aunque parezca el género más fácil. Traté de aprender a hacer videos (salí de la universidad siendo un analfabeta en video. No sabía prender una cámara). Me encantaría poder dedicarle más tiempo porque es un lenguaje maravilloso. Pero estamos en un mundo en que se mezclan todos los géneros. Creo que a cada noticia hay que preguntarle hoy en día cuál es la mejor forma de transmitirla.

El futuro del periodismo científico

Estamos en una época de tantos cambios tecnológicos que no sabemos quién va a tener la respuesta a esos retos. Por eso hay que ser muy sensibles y muy horizontales, poco jerárquicos y de mente abierta para que esas personas jóvenes que nacieron con otra relación con la tecnología distinta a la nuestra, ahora que lleguen, quizás tengan la respuesta a esa pregunta del futuro.

*Dirección de Comunicación de la Ciencia (DCC)

unamoscaenespiral@gmail.com