Cuando uno ve filmes de ciertos actores o directores queda con la impresión que siempre quisieron hacer tal o cual cinta al modo en que la dejaron a la posteridad y que, por ende, disfrutamos los espectadores de hoy.
Así, por ejemplo, es impensable situar a un Pedro Infante en un rol de asesino o de gay. O a Cantinflas en una actuación de segundón en aras de la exquisitez histriónica. O a Chaplin como sicópata. Sin embargo esto último sí ocurrió en la película Monsieur Verdoux.
Alguna vez la extinta actriz mexicana Dolores del Río dijo que para ella sólo dos genios había habido en el cine: Orson Welles y Charles Chaplin (de hecho, con el primero vivió un romance breve). Y quizá la aseveración de la musa fílmica de Emilio “El Indio” Fernández no sea gratuita ya que ambos personajes demostraron en el séptimo arte que su obra fue excepcional y a ratos insuperable.
En 1946 se dio la colaboración, por única vez, entre estos dos talentos impares. Orson Welles tenía en la mente una historia sobre un refinado asesino en serie que mataba, a la usanza de Barba Azul, a sus mujeres a quienes primero robaba económicamente.
La idea original era que Welles la dirigiera y que Chaplin la actuara. De entrada se antojaba atractivo el proyecto por la consabida intransigencia de Chaplin a ser dirigido por otro que no fuera él mismo.
Por equis razones Welles no pudo continuar adelante con el proyecto y fue Chaplin quien terminó escribiendo y dirigiendo en 1947 Monseur Verdioux, dándole el crédito respectivo en el guion a Orson Welles.
Monseur Verdioux es un filme extraño dentro de la filmografía de Chaplin. Ya resignado al sonido en el cine (del cual era acérrimo detractor en un principio), Chaplin parecía indignado con el mundo. O, al menos, esa impresión daba.
Con tono de humor negro, Chaplin actúa Monseur Verdioux hasta los límites del cine de tesis. El último segmento del filme es un alegato contra el bien y el mal de una sociedad que se espanta a sí misma de fabricar monstruos sin hacerse responsable de ello.
Situada en la época de la Gran Depresión, Monseur Verdioux cuenta la historia de Henri Verdioux, un fino caballero maduro que lleva varias vidas. Es anticuario, ejemplar esposo de una paralítica, cortesano de una aristócrata a quien envía flores durante dos semanas todos los días, sólo que tiene un pequeño inconveniente: ha asesinado a ocho mujeres con quienes se ha casado para robarles su dinero.
Con esta compleja línea argumental Chaplin urdió una comedia de humor negro bastante interesante y que permitió ver al padre de Charlot en otro nivel de creación fílmica…