En su cine hay historias reales, de esas que de tan crudas, incomodan. Gabriel Retes no sabía hablar de otra manera, su lenguaje cinematográfico fue siempre rebelde y sin miedo a exponer sus ideas.
Lo ruin que puede llegar a ser la vida en una ciudad (Chin Chin El teporocho), la epidemia del VIH (Bienvenido-Welcome, la experiencia de un periodista tras permanecer 20 años en coma (El bulto) y el cuestionamiento de la fe cristiana (Nuevo mundo) son algunos de los aportes que deja a la historia del cine mexicano
Su obra es referente para las generaciones que le sucedieron, tal como escribió Guillermo Arriaga en un sus redes sociales: “Me acabo de enterar que murió Gabriel Retes. Me pesa. Varias películas suyas fueron muy influyentes en mi generación y era una excelente persona”.
De Arriaga llevó al cine la novela Un dulce olor a muerte (1999), protagonizada por Diego Luna.
Para la cineasta María Novaro, actual titular del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), Retes fue “un cineasta prolífico, polémico, brillante, divertido, enérgico, enloquecido y entrañable”.
“Nos deja su extensa obra con películas memorables como El bulto y Un dulce olor a muerte”, escribió en Twitter.
El cineasta, que murió ayer a los 73 años, llevaba en la sangre el arte, fue hijo del actor y director de teatro Ignacio Retes y de la actriz Lucila Balzaretti.
Gabriel Retes Balzaretti nació el 25 de marzo de 1947, en la Ciudad de México, sus padres permearon en él desde muy temprana edad, el gusto por el arte.
“Recuerdo dormir en camerinos, mi padre y mi madre actuaban, entonces obviamente a los 5 o 6 años me dormían en el camerino de las actrices y yo las veía cambiarse delante de mí, era yo un escuincle”, recordó en una entrevista para el programa TAP de Canal Once, grabada en 2014.
Con el tiempo, su inquietud por las artes escénicas aumentó y a los 12 años, después de un acuerdo con su padre que incluía tener buenas calificaciones, debuta de la mano de Ignacio López Tarso, José Carlos Ruiz y Claudio Brook con el personaje Lazarillo de Tiresias en Edipo Rey.
Su llegada al cine fue 10 años después, en 1969, cuando encontró una oportunidad para realizar su primera cinta para un concurso. Hizo Sur en una Súper 8, la editó con las manos y ganó el concurso.
Después vino su debut formal con Chin chin el teporocho, cinta basada en la novela homónima de Armando Ramírez se convirtió en la segunda película más taquillera de ese año 1976, permaneciendo en cines 16 semanas con 18 copias, vendría acompañado del Premio Ariel de Ópera Prima, además de que garantizaría las siguientes dos películas de Retes, Flores de papel de 1977 y Nuevo mundo1978, esta última vetada 20 años por el vaticano al cuestionar a uno de los más fuertes referentes de la identidad mexicana La Virgen de Guadalupe.
Vinieron después El bulto, BienvenidoWelcome Un dulce olor a muerte, Despedida de Amor, Bienvenido-Welcome 2, Mujeres en el acto, entre otras.