Para Abdú, un joven homosexual senegalés, la gente de su país ni siquiera trata de entender su situación: “Eres gay: estás prohibido, te golpean y te entregan a la policía. Así que hago lo posible por mantenerme en mi rincón; tengo miedo de encontrarme con alguien que me conozca y me odie”, asegura.
Este joven africano de apenas 20 años ya ha recibido amenazas de muerte y está condenado al exilio por su familia. Dice que su situación se agrava cada día más porque la gente tiene una ira que antes no existía.
De acuerdo con la agencia Afp, las tensiones que van en torno a esta cuestión de tabú en Senegal son cada vez de mayor tamaño, y también son marcadas por un aumento de la discriminación, según la información de las organizaciones de derechos humanos.
En este país africano cerca del 95 por ciento de la población es musulmana y la homosexualidad se considera una desviación. De hecho la ley castiga los llamados “actos contra natura con una persona del mismo sexo”, con una pena que va de entre uno y cinco años de prisión.
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La comunidad LGBT+ vive una situación muy complicada, sobre todo en el último año y medio, en el que hubo una campaña masiva contra la homosexualidad, dirigida por asociaciones religiosas y conservadoras que dicen querer restaurar los valores senegaleses, según detalló el investigador de Amnistía Internacional, Usman Ali Diallo.
Destacó que hoy en día es aún más arriesgado mostrar de manera pública la identidad sexual que hace unos años, y que cada vez existen más ataques contra los miembros de la comunidad e incluso suelen grabarlos y difundirlos en las redes sociales.
En mayo de 2021 y en febrero del 2022, fueron miles de personas las que se manifestaron en Dakar, ciudad capital de Senegal, para que exigir un aumento en la represión de la homosexualidad, esto mientras que el líder de la oposición, Usman Soko, ha hecho de la lucha contra la homosexualidad un argumento de campaña para elecciones legislativas.
Juventud traumática
Abdú expresó que su infancia y su adolescencia fueron traumáticas, incluso relató que fue sometido a baños espirituales para “curar” su supuesta enfermedad y afeminamiento. Fueron sus familiares los que le golpeaban e incluso intentó suicidarse, hasta que a finales del 2021 su vida cambió, debido a que un primo lo espió y le contó a su padre de una conversación que sostuvo con una red de la comunidad, por lo que su padre lo corrió de la casa.
Fue entonces que el joven entró en contacto con una asociación en el extranjero que lo ayudó a escapar. Fueron cinco meses los que estuvo refugiado en otra región, hasta que su madre lo convenció de regresar y desde entonces se encuentra refugiado en casa de ella.
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Su madre, quien teme por la vida de su hijo, lo resguarda en su habitación cuando se entera de alguna agresión. Los llamados "goor-jigéen" (hombre-mujer en lengua wólof) forman parte del paisaje social desde hace mucho tiempo.
"Esta intolerancia es cada vez más peligrosa y muy política, se debe al aumento del discurso religioso y de la religiosidad en Senegal y (...) a la debilidad de las instituciones frente a este aumento", aseguró Diallo.
El sociólogo Djiby Diakhate explica que muchos senegaleses tienen miedo de que “si la homosexualidad se desarrolla será una catástrofe y entonces experimentarán sequías, epidemias y mala suerte”.
Amnistía Internacional alerta en su último informe que las personas son acosadas, detenidas y juzgadas por su orientación sexual en diferentes países de África, y aunque en varios de esos países existen comunidades que alzan la voz, esto no sucede en Senegal.
Daouda, hijo único, estudiante hasta el día en que su padre descubrió su homosexualidad tuvo que dejar Senegal.
"En Senegal, vivir como homosexual es estar en peligro día y noche", dijo. Detalló que es un camino muy sombrío y que muchos de sus amigos se han suicidado porque no soportaban vivir escondidos.
De ahí que muchos homosexuales vivan una doble vida, como Khalifa, quien es bisexual y está casado desde hace cuatro años, aunque después fue denunciado y perdió su trabajo. Su padre amenazó con matarlo y tuvo que huir de Dakar.
Khalifa afirma que un movimiento anti-LGBT lo ha identificado y que podrían publicar su nombre en internet o perseguirlo, por lo que no ve otra solución que pedir asilo en el extranjero. A Abdú también le gustaría dejar Senegal e ir a un lugar donde sea aceptado, alejando a su madre de la estigmatización que sufre y culminó diciendo "Si me voy... ¿tendrá paz mi madre?".
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