Originaria de Xalapa, Viviana Romo tiene 49 años, es arquitecta, ceramista, docente y madre de dos hijos. En junio de 2022 es también una de las veracruzanas que pasa a formar parte de la historia de ganadores del certamen de cerámica más importante del país, que celebra su XLV edición en Tlaquepaque.
Alegría, satisfacción y un poco de incredulidad son algunas de las emociones que Viviana dice tener al haber obtenido el Premio Nacional de la Cerámica en la categoría Contemporánea.
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“Ella” es la pieza seleccionada y tiene que ver con un proceso personal, una etapa de vida donde la autora resignifica su rol como madre, mujer creadora y artista, y es que en entrevista expone la dificultad de ser docente, guiar a los hijos y a un hogar y, al mismo tiempo, producir arte.
A pesar de que el mural de cerámica está entre lo que más disfruta hacer, seguido de la joyería en cerámica, decidió competir con una pieza cuyo diseño inicial era hacer una serie de figuras, escalas humanas utilizadas durante varios años.
“El diseño original es que todas fueran iguales, pero cuando estaba por terminar me vino la idea de hacer una diferente. Y aunque la escala humana en sí no tiene género, decidí que una figura representara a una mujer”. El resultado es una mujer entre hombres pero en armonía, mismo tamaño, mismo nivel. El nombre tiene que ver con la música que había de fondo, de Ella Fitzgerald.
Con respecto a los tiempos en los cuales crea esta pieza, opina que el arte refleja los procesos personales: “Surge después de mucho tiempo de dedicarme a mis hijos, a la casa, y aunque sí trabajaba, dejé de lado mi pasión. Retomarla y buscar un lugar como mujer en el arte y en la sociedad representa un reto”.
“En la pieza trato de buscar un lugar para la mujer en donde pueda destacar pero al mismo tiempo en armonía con su entorno”.
Ganar el premio es un parteaguas para Viviana, no solo por la plataforma que significa sino también porque refuerza la seguridad en sí misma. Confiesa que cuando vio las obras en competencia llegó a pensar que no era suficiente.
“Las vi y eran muy hermosas. Dudé…, pero quien me acompañaba me dijo que no me minimizara, que valorara mi trabajo, que también era muy bello. Fue un aprendizaje comprender que también lo mío vale y puede ser apreciado”.
“Este premio me da seguridad y las bases para continuar, para tener la certeza de que el tiempo invertido, el esfuerzo y la disciplina han dado frutos”.
En cuanto al lugar donde ha crecido, la xalapeña se dice privilegiada. Su formación es en la arquitectura, pero recuerda su infancia y cómo a los 12 años el contacto con el barro la dejó maravillada. Sí pensó en estudiar arte de manera profesional, pero pesaron las ideas de cómo se ganaría la vida.
Ya como arquitecta vino una etapa de exploración y experimentación en el taller de la ceramista Mariana Velázquez. Fue allí donde se enamoró. Al respecto, cree que la existencia de talleres y de personas como Mariana, Elsa Naveda y Gustavo Pérez, por mencionar a algunos artistas con trayectoria, hace que en la ciudad y la región haya un interés por no conformarse.
“Hay una calidad muy elevada en el trabajo y eso de alguna manera motiva. Ver esos estándares hace que uno también vaya por más y quiera acercarse”. Celebra que el mismo Gustavo Pérez abra su taller a los aprendices, pues opina que se siembra una semilla que germina en el estado, en el país y en otras partes del mundo. Viviana tiene su propio espacio. Es rentado pero es un taller para ella y sus alumnos. Entre sus planes está continuar con su producción y no dejar de alzar la voz para que se escuche que hacen faltan más apoyos para los ceramistas, para poder tener el tiempo suficiente para la producción.
Los interesados en conocer el trabajo de la veracruzana pueden hacerlo a través de sus redes sociales. En Instagram está como viviana.romo.cerámica y en Facebook como Cerámica Viviana Romo.