Xalapa, Ver.- Tiempo de vuelo es una exposición de Daniel Jiménez Delgado, conformada por 10 pinturas en acrílicos y esmaltes sobre superficies de tela, papel de algodón y madera, se trata de un conjunto de obras desarrolladas en los últimos tres años. Esta exposición se inaugurará el próximo 23 de enero a las 18 horas en la Galería de la Biblioteca Carlos Fuentes, donde permanecerá hasta el 13 de febrero.
El artista realiza sus imágenes con la idea de fusionar la abstracción y la figuración. Su pintura es un trabajo personal lleno de metáforas y color, donde predominan los tonos cálidos, las texturas, los empastes y las calidades cromáticas. Sus obras son evidentes, directas y frecuentemente sencillas, gozan de espacios claros y vibrantes.
Daniel ha pasado casi 20 años pintando murales. Adquirió su formación en la Facultad de Artes Plásticas de la Universidad Veracruzana. Se ha desarrollado en una amplia variedad de campos como el diseño gráfico, arte urbano y murales de interacción colectiva. En su obra busca un contacto con un lugar, un acercamiento mediante la pintura y en cualquier caso una aproximación mental, un modo de entrar a formar parte del espacio urbano en constante transformación. Su manejo de la pintura genera espacios y empastes, en un diálogo de encuentros, procesos de experimentación, aprendizaje, aciertos, adversidades, duelos y vida.
En esta exposición, el artista aporta un registro nuevo, personal, que no rehuye a lo visual, retoma la experiencia visual adquirida durante su proceso de pintar en el espacio urbano como la esencia principal de su obra, recuperando líneas, pinceladas, chorreados, tags, bombas y texturas, si bien el soporte y algunos materiales no son los mismos, trata de recuperar en los fondos la esencia de una estética urbana que se va desgastando y cambiando. Su creación se mueve entre aerosoles, plantillas, marcadores, brochas y pinceles. El enfoque creativo y expresivo con el que aborda sus obras, dan como resultado piezas armoniosamente vibrantes y coloridas.
Daniel trabaja con la imagen del colibrí (chuparrosa o chupamirto) como metáfora, una especie de tótem presente en todo el desarrollo de la muestra. Retoma las más importantes y llamativas características de estas aves como su peculiar coloración y ornamentación del plumaje, que es iridiscente, con hermosos reflejos metálicos, y muchas veces adornado de crestas y plumas alargadas en el cuello y cola.
Esta exposición activa un encuentro de emociones a través de imaginarios que nos obligan ante todo a ver y pensar. Al artista le interesa generar consciencia sobre el colibrí, sobre la importancia de su conservación. La pintura se convierte así, en método para inducir a la reflexión.
Sus obras traducen una permanente preocupación por la preservación de los animales y sus ecosistemas. Lo fundamental de su poética es fusionar la abstracción y la figuración, aportando una mirada personal, casi intimista, sobre la belleza de la naturaleza, el devenir y la muerte.