Cristy de la Rosa, xalapeña, arpista, ingeniera industrial y maestra en gestión cultural, nacida dentro de una familia de músicos; su padre también es arpista y su madre es bailarina del Ballet Folclórico de la Universidad.
Aunque desde sus primeros años estuvo rodeada de arpas, su primer acercamiento a la música fue a través del piano. Tuvo clases profesionales en el Centro de Iniciación Musical Infantil (CIMI), donde fue alumna de la maestra Trinidad Sanchis; “ella fue la que nos impulsó a mi hermana y a mí a tomarnos la música muy en serio”, recuerda.
“Entré a la Facultad de Música e hice 10 semestres, aunque son 20, entonces decidí alejarme un poco, tenía yo 14 o 15 años. Dejé la escuela normal de formación musical, pero en casa siempre ha habido música, ensayos y conciertos”.
Aunque después de dejar la Facultad de Música comenzó estudios alejados del piano, De la Rosa estudió Ingeniería Industrial, de la cual se tituló y trabajó por 10 años. “Pero mi arpa siempre la llevaba a todos lados conmigo. La tocaba muy poco, tenía las nociones, pero no totalmente claras”, menciona.
Fue hace diez años que decidió evocar su talento al arpa de manera profesional, tomando clases de la mano de quien es un ícono de este instrumento en Veracruz y el mundo: nada menos que con su padre, Alberto de la Rosa, fundador del reconocido grupo Tlen Huicani. “Comencé a tomar clases con él, pero en el arpa más que clases se debe practicar, y así lo hice. Se le deben de invertir las horas que sean necesarias, mucha disciplina y paciencia”, señala.
Los colores del arpa, primer libro de composiciones de Cristy de la Rosa
Cuando tuvo claro su momento, empezó a tocar, pero no tenía o formaba parte de una agrupación. Recuerda que se encontraba sola practicando con su instrumento. “Me percate de que es poca la música para arpa jarocha. Normalmente el arpa jarocha acompaña a otros instrumentos en las piezas musicales, aunque sí tiene su solo, no hay composiciones especiales para ella, si las hay son muy pocas. Por eso los músicos de arpas tocan piezas paraguayas o colombianas, porque sí hay música para arpa en otros países”, explica.
Es entonces que surge su proyecto, donde apuesta por crear sus propias composiciones para este instrumento de cuerdas, mismas que la han hecho consolidarse como una arpista extraordinaria. “Comencé a componer, me sentí muy bien haciéndolo, descubriendo mi proceso creativo. Compuse y escribí, algo que te enseñan en la Facultad; entonces lo hice. Fue un camino que no pensaba encontrar, pero se me facilitó. Hoy en día tengo 13 composiciones escritas”.
Sobre estas piezas, Cristy publicó su primer libro con temas que van desde la música tradicional a la clásica. “Estas piezas no son solo para interpretarlas yo, sino para que más músicos las hagan sonar en sus presentaciones y con sus propias versiones”. Su libro está conformado por 11 partituras, las cuales surgieron de momentos especiales para su autora, con referencias de grandes piezas musicales de la música clásica y de vivencias que marcaron su creación.
Como se mencionó, de la Rosa estudió una maestría en Promoción Artística y Marketing cultural en el instituto Realia; “ahí te das cuenta que al estudiar música hay que tener disciplina y técnica, pero también está la parte de organizar y difundir. Aventarse a hacer algo más allá de estar detrás de tu instrumento. Eso siempre me ha gustado, estar en ese ambiente”.
Rememora los momentos cuando su padre organizaba festivales, encuentros y conciertos, donde ella siempre estuvo inmiscuida en su realización y gestión para que fuese un éxito.
Siete coincidencias, un recital de Cristy de la Rosa
Tras sus composiciones y sus estudios como gestora cultural, en 2018 fue ganadora de la convocatoria del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA) por parte del IVEC. “Mi proyecto consistía en organizar cuatro recitales de arpa inéditos, conjuntando varios elementos, en primer lugar dar a conocer el arpa tradicional jarocha, y en segundo lugar dar a conocer nueva música y talentos”.
De este programa artístico nació “Siete Coincidencias”, el cual reúne a siete mujeres, cinco arpas jarochas, un arpa clásica y una pianista; “hicimos arreglos de algunos sones tradicionales, presenté también mi música y la verdad nos fue muy bien; llevamos más de varios conciertos con esta propuesta; somos siete mujeres en escena más dos acompañantes que hacen vibrar estas presentaciones”.
“No solo queremos tocar música para bailar y disfrutar; también queremos mostrar que hay cada vez más mujeres tocando el arpa. Históricamente este instrumento fue predominado por varones, hay poco registro de mujeres que se dedicaban a tocarla, por ejemplo, la Negra Graciana”.
Cristy remarca que hasta hace unos años no era tan común ver a una mujer en el arpa; es de hace 20 años a hoy que se ha notado un aumento en el número de mujeres que son reconocidas por tocar el arpa y demostrar de lo que son capaces.
Afirma que el trabajo de difusión cultural es indispensable para que se sigan promoviendo las tradiciones, y que tanto el público como el artista disfrutan de estos encuentros culturales que son momentos de recreación y disfrute de muchos, “aquí en Xalapa el público está muy bien entrenado por decirlo así; les gustan muchos los eventos y asisten; estar en Xalapa es como un privilegio cultural por tanto que hay”.